6 de octubre de 2016

Sauroficha: Tyrannosaurus rex

Nombre genérico: Tyrannosaurus
Especies: T. rex
Castellanización: Tiranosaurio rex
Significado del nombre: “lagarto tirano rey”
Clasificación: Saurisquio, Terópodo, Tiranosáurido
Período en que vivió: Etapa Maastrichtiense del Cretáceo superior (70 a 66 millones de años)
Localidad de sus fósiles: Formación Hell Creek al oeste de Estados Unidos y Canadá (Norteamérica)
Material encontrado: Más de 30 ejemplares en diferentes estados de preservación (algunos, incluso bastante completos, por lo que su anatomía es bien conocida)
Alimentación: Carnívoro

Imagen de National Geographic

Información General
Se estima que el Tiranosaurio rex podía llegar a medir 12 metros de largo y 4 de alto y pesar de 6 a 9 toneladas aproximadamente, siendo uno de los terópodos de mayor tamaño conocidos. Su cráneo era macizo y cuadriforme y era más ancho en la parte posterior, dotando al animal de un amplio espacio donde se adherían los músculos del cuello y las mandíbulas. También contaba con dientes largos y gruesos que estaban perfectamente diseñados no sólo para desgarrar carne, sino también para triturar huesos. Las órbitas oculares estaban posicionadas hacia adelante, proporcionándole visión binocular. El Tiranosaurio tenía un cuerpo de contextura robusta y según la mayoría de los expertos, es probable que en vida, contara con la presencia de plumas o protoplumas simples. Sus patas delanteras eran proporcionalmente cortas con relación a las de la mayoría de los terópodos y estaban dotadas de tres dedos, de los cuales sólo dos eran funcionales y perceptibles a simple vista. Tenía una cola larga y probablemente, musculosa que servía como contrapeso y ayudaba al animal a balancearse mientras se desplazaba. Como todo terópodo, el T. rex se movía sobre sus patas traseras, mas existe incertidumbre y controversia sobre la velocidad máxima que podía alcanzar.

Nota Histórica
Los primeros fósiles descubiertos de Tiranosaurio rex fueron un par de vértebras parciales descritas en 1892 por Edward Drinker Cope, quien erróneamente las asignó a una especie de ceratopsiano a la que llamó "Manospondylus gigas". No obstante, descubrimientos e investigaciones llevadas a cabo en el año 2000 revelarían la verdadera identidad de estos fósiles. El primer ejemplar históricamente registrado como material fósil de Tyrannosaurus rex fue descubierto en 1902 por Barnum Brown durante una expedición al estado de Wyoming y descrito por Henry Fairfield Osborn el 6 de octubre de 1905. Desde entonces, más de 30 especímenes se han descubierto en la región centro-oeste de Norteamérica.

Datos Curiosos
·         Investigaciones indican que los músculos en la zona donde se unían el cuello y las mandíbulas, la contextura del cráneo y el diseño de los dientes le conferían al Tiranosaurio una fuerza de mordida de entre 35 y 57 kilonewtons, siendo la mayor registrada para un dinosaurio y una de las mayores registradas entre los vertebrados (es superada por las de algunos cocodrilos, reptiles marinos y tiburones hoy extintos).

·         No hay evidencia directa que sustente la presencia de plumas en esta especie, pero partiendo de la premisa del horquillado filogenético (la cual permite hacer deducciones sobre la apariencia de un organismo extinto a partir de las características observadas en sus parientes), los expertos teorizan que dado que el T. rex es un miembro del grupo Coelurosauria (del cual se conoce al menos, un ejemplar emplumado dentro de cada uno de los linajes que lo componen) y que algunos de sus parientes, como el Dilong y el Yutyrannus presentaban esta característica, lo más probable es que éste también la presentara, pues esto es indicio de que la misma era una característica común en estos animales y de que probablemente ya estaba presente en el ancestro común de éstos. Actualmente, el debate principal se centra en qué tan compleja habría sido la capa de plumas o protoplumas y en cómo habrían estado distribuidas.

·         Se han encontrado impresiones de piel de Tiranosaurio de contextura escamosa. Las mismas no han sido descritas, pero fotografías demuestran que se asemejan más a las escamas poligonales apreciables en la piel de las aves que a las escamas reticuladas vistas en los reptiles. Consiguientemente, varios expertos aseguran que el hallazgo de estas impresiones de piel no descarta la posibilidad de que el animal tuviese plumas, pues puede que éstas pertenezcan a una parte del cuerpo en la que las plumas no estuvieran presentes o que estuviesen cubiertas por protoplumas sencillas mientras el animal vivía, pero que no se conservaron durante el proceso de fosilización.

·         Numerosos estudios del cerebro del Tiranosaurio indican que éste poseía sentidos muy desarrollados. Sus ojos estaban posicionados hacia el frente, dotándolo de visión binocular y análisis sugieren que tenía una agudeza visual de 55 grados. Sus bulbos olfativos eran sumamente grandes con relación al tamaño del cerebro, indicando un sofisticado sentido del olfato. En cuanto a su audición, investigaciones indican que el Tiranosaurio era capaz de percibir sonidos de baja frecuencia a distancias considerables. No obstante, estudios sobre su inteligencia sugieren que su capacidad intelectual no era muy diferente a la de los cocodrilos y caimanes modernos, por lo que es probable que al igual que éstos, el Tiranosaurio respondiera de manera impulsiva a las influencias del entorno.

·         Hasta tiempos recientes, hubo controversia en cuanto a las estrategias alimentarias del Tiranosaurio, pues a falta de pruebas sólidas, algunos expertos sostenían que éste pudo haber sido exclusivamente carroñero, mientras que la idea más comúnmente aceptada siempre ha sido que éste practicaba la caza activa. El descubrimiento de fósiles de Edmontosaurio y de Triceratops (dos de los dinosaurios herbívoros más comunes en el ecosistema del que el T. rex formaba parte) con marcas de mordida de Tiranosaurio que muestran signos de cicatrización han atenuado el debate, pues ofrecen pruebas de que el T. rex cazaba presas vivas (el hecho de que las marcas muestren signos de cicatrización es indicio de que los animales sobrevivieron al ataque de un Tiranosaurio). No obstante, esto no significa que el T. rex no practicara igualmente la necrofagia.

·         Estudios histológicos de los huesos de Tiranosaurio han permitido calcular la longevidad y el ritmo de crecimiento de esta especie y han llevado a determinar que durante cerca del primer tercio de su vida, el T. rex crecía muy lentamente, mas al llegar a una edad de 14 años, el ritmo de crecimiento se aceleraba de forma drástica. A los 18 años, volvía a desacelerar, con el animal alcanzando su tamaño adulto a los 20 años. Estos estudios también han permitido determinar que el T. rex podía vivir hasta los 30 años aproximadamente, con el ejemplar más longevo conocido habiendo muerto a una edad de 28 años. Sin embargo, el material disponible parece sugerir que menos de la mitad de la población de Tiranosaurios llegaba a la vejez.

·         Se han encontrado algunos fósiles de tiranosáuridos juveniles relativamente pequeños, los cuales muchos expertos consideran T. rex prematuros. No obstante, un grupo minoritario sugiere que estos especímenes pertenecen a una especie diferente. Esta minoría sostiene que estos ejemplares muestran diferencias radicales con respecto a los fósiles de T. rex adultos, tales como un mayor número de dientes y una morfología craneal y cerebral distinta, mientras que los que indican que son T. rex juveniles sostienen que estas diferencias se deben al estado de desarrollo de los animales, ya que investigaciones sugieren que muchos dinosaurios sufrían cambios drásticos a medida que crecían.

·         Se han encontrados huesos de Tiranosaurio cuyas dimensiones parecen superar las de los ejemplares más completos encontrados. Ajustados a escala, estos huesos parecen indicar longitudes de entre 13 y 14 metros o incluso más, pero éste podría no ser el caso. Debido a que estos fósiles consisten mayormente en material fragmentario e incompleto, es difícil establecer estimaciones precisas. Además, es posible que los mismos hayan sufrido alteraciones durante el proceso de fosilización o bien, que reflejen indicios de carácter patológico (de heridas o enfermedades) que hayan alterado el tamaño de los huesos, por mencionar algunos ejemplos. Más fósiles y estudios son necesarios para comprender la naturaleza de estos especímenes.

·         Existe controversia sobre el comportamiento social del T. rex. El hallazgo de diferentes especímenes de T. rex encontrados cerca uno del otro ha llevado a teorizar que el Tiranosaurio posiblemente asumía un comportamiento gregario. En adición, secuencias de huellas atribuidas a tiranosáuridos que muestran un patrón paralelo y el descubrimiento de numerosos esqueletos de otros tiranosáuridos conglomerados en el mismo lugar han llevado a algunos expertos a deducir que éstos convivían en grupo y a considerar la posibilidad de que este patrón de comportamiento fuese común en esta familia de dinosaurios. No obstante, algunos plantean que estos fósiles no necesariamente son indicio de que los animales vivieron juntos. En el caso de las huellas, hay quien dice que cada secuencia pudo haber sido dejada mucho tiempo después de la otra y en el caso de los esqueletos, se ha sugerido que pudieron haber terminado juntos debido a fenómenos naturales, como lo sería por ejemplo, una inundación. Aún así, análisis del cerebro del Tiranosaurio sugieren que éste tenía el potencial intelectual suficiente para emplear un comportamiento grupal coordinativo. No obstante, se requieren investigaciones más exhaustivas para estudiar más a fondo sus patrones de comportamiento y su desempeño social.

·         Un ejemplar de Tiranosaurio fue encontrado con marcas de mordida atribuidas a miembros de la misma especie, mas los huesos afectados y la naturaleza de las marcas apuntan a que éstas fueron hechas tras la muerte del animal, lo que se puede interpretar como indicios de canibalismo. Fósiles de otros tiranosáuridos muestran características similares, sumando validez a esta premisa. No obstante, es de tener en cuenta que las pruebas hasta ahora encontradas parecen apuntar a casos de necrofagia en lugar de escenarios donde un T. rex mató a otro. Sin embargo, otros ejemplares muestran marcas con indicios de cicatrización, las cuales también son atribuidas a miembros de la misma especie y parecen sugerir competencia intraespecífica, mas éstos no apuntan a que sea un caso de canibalismo.

Nota del autor: En mi antiguo blog dije que en este no habría dedicatorias a dinosaurios, como las hubo allí y me aferro a esa declaración. Con eso dicho, aclaro que aunque publico esta entrada en este día, la misma no debe verse como una dedicatoria. Simplemente, me pareció conveniente comenzar esta nueva sección del blog con el T. rex teniendo en cuenta que éste es uno de los dinosaurios más conocidos y esta fecha resulta idónea. Esto no significa que cada 6 de octubre se vaya a publicar una entrada sobre esta especie.

Fuentes:
Libro "Dinosaurs: The Grand Tour" de Keiron Pim
http://www.prehistoric-wildlife.com/species/t/tyrannosaurus.html
http://www.ucmp.berkeley.edu/diapsids/saurischia/tyrannosauridae.html
http://www.bbcearth.com/walking-with-dinosaurs/modal/tyrannosaurus-rex/