31 de diciembre de 2016

Las 5 "Dinoticias" más Relevantes del 2016

Con el 2016 ya tocando su fin, no se puede negar que este fue un gran año para la paleontología y el estudio de los dinosaurios. Es por eso que me siento animado a hacer mención de algunos de los hallazgos más destacados de este año en lo que respecta a la vida en el Mesozoico. Dicho esto, cabe mencionar que éstos son sólo cinco de los muchos descubrimientos hechos durante el año. La razón por la que me limito a estos cinco es porque en mi humilde opinión, fueron los más impactantes debido a lo que aportan a nuestra comprensión sobre los dinosaurios, sin dejar de lado que al tratarse de una opinión, esto es subjetivo. Además, tratar todos los descubrimientos hechos en 2016 me tomaría más de una entrada y más tiempo del que dispongo. Dicho esto, pasemos a las noticias.

1. Primeras pruebas de rituales de cortejo en los dinosaurios

Arte de Lida Xing y Yujiang Han

A principios de 2015, un equipo internacional de investigadores liderados por el paleontólogo Martin Lockley descubrió un yacimiento de huellas en el oeste de Colorado, EE.UU. En el sitio de excavación, se identificaron cerca de 50 huellas de terópodos que vivieron a principios del período cretácico. Algunas de estas huellas, a diferencia de otras previamente encontradas, no muestran indicios de que los dinosaurios que las dejaron estuviesen caminando o corriendo, sino que parecen estar a una distancia considerablemente corta una de la otra y en algunos casos, incluso se puede ver una huella justo encima de otra. Además, algunas de las huellas muestran lo que aparenta ser una pisada parcial y otras incluso denotan que el responsable parece haber rascado la tierra. Los investigadores indican que los patrones apreciados en las huellas sugieren que los dinosaurios responsables estaban empleando una danza de cortejo, comportamiento que se puede apreciar hoy en muchas especies de aves. De ser cierto, este hallazgo sería el primero en indicar un ritual de apareamiento en dinosaurios no avianos, cosa que hasta ahora sólo se había especulado. La importancia de este descubrimiento radica en que éste representa un paso significativo en nuestra comprensión del comportamiento social de los dinosaurios.

2. Teyujagua paradoxa, la nueva pieza en el rompecabezas del origen de los dinosaurios

Imagen de la Universidade Federal do Pampa

A principios de 2015, un equipo de la Universidade Federal do Pampa desenterró el fósil de una criatura de quizá 1 ó 1.5 metros de largo similar a un cocodrilo, la cual data de 250 millones de años de antigüedad. El fósil consiste en un cráneo bien preservado, el cual fue encontrado en las cercanías de la ciudad de São Francisco de Assis, en Brasil. Los investigadores lo llamaron "Teyujagua paradoxa" en alusión a Teyú Yaguá, un lagarto de la mitología guaraní que tenía una cabeza similar a la de un perro. El Teyujagua no es un dinosaurio, pero está estrechamente emparentado con ellos. Es un arcosauriforme primitivo, grupo del que eventualmente surgirían los arcosaurios, que incluyen a los dinosaurios (entre los cuales se encuentran las aves), pterosaurios y cocodrilomorfos. Lo que hace tan importante a este descubrimiento es que se trata de una criatura que vivió justo después de la Extinción Pérmico-Triásica, un evento que tuvo lugar hace aproximadamente 252 millones de años y eliminó el 90% de todas las especies entonces vivas, razón por la que se le considera la extinción masiva más fatídica ocurrida en el planeta. Animales como el Teyujagua no sólo conforman la minoría de organismos que prevaleció, sino que también ofrecen pistas de cómo los ecosistemas terrestres se recuperaron del evento y de cómo continuaron desarrollándose luego de éste. En el caso de los arcosauriformes, es probable que éstos hayan prosperado gracias a la escasez de depredadores tras la Extinción Pérmico-Triásica, eventualmente pasando a ser el grupo de animales dominante y las características vistas en el Teyujagua pueden contener la clave de cómo este grupo fue tan exitoso en el Mesozoico.

3. Los dinosaurios quizá "hablaban" con su boca cerrada, aunque no podían cantar

Arte de Nicole Fuller

El hecho de que los dinosaurios no rugían, bramaban ni gruñían como lo hacen en los medios ha llevado a muchos a preguntarse cómo se comunicaban estos animales. En un estudio publicado el pasado mes de julio, investigadores de diversas universidades encabezados por el biólogo Tobias Riede exploraron la posibilidad de que los dinosaurios emplearan lo que conocemos como "vocalización por boca cerrada" a la hora de comunicarse. Este tipo de vocalización consiste en canalizar el aire a lo largo de una especie de bolsa que rodea el esófago mientras la boca se mantiene cerrada, lo que permite la filtración de sonidos a través de la piel del área del cuello. El estudio indica que este sistema de vocalización sólo se ve en aves del tamaño de una paloma o mayores, lo que según Reide, se debe a que la presión pulmonar necesaria para inflar la bolsa alrededor de esófago depende de la tensión en la pared de esta cavidad, tensión que aumenta a medida que los cuerpos son más pequeños. No es de extrañarse entonces que la vocalización por boca cerrada sea algo que los ratites, tales como los avestruces, casuarios y emúes realicen con frecuencia y que también sea comúnmente practicada por los cocodrilianos (cocodrilos, caimanes y gaviales), el otro grupo de arcosaurios que persiste en la actualidad. De hecho, el estudio concluyó que este mecanismo evolucionó al menos, 16 veces en la rama de los arcosaurios, aumentando las probabilidades de que este fuera el caso de muchos dinosaurios no avianos.

Sin embargo, este descubrimiento no termina con este estudio. Más tarde, en el mes de octubre, la paleontóloga Julia A. Clarke, quien también trabajó en el estudio publicado en julio, realizó otra investigación en la que examinó lo que parece ser la siringe (el órgano fónico de las aves) más antigua y primitiva conocida. El fósil consiste en un ejemplar de Vegavis iaai, un ave similar a un ganso que vivió en la Antártida hace casi 66 millones de años. Este descubrimiento indica que lo más probable es que las aves más primitivas y los dinosaurios no avianos carecieran de una siringe, por lo que no habrían podido emitir sonidos de la misma forma en la que lo hace la inmensa mayoría de las aves actuales. Esto, sin embargo, no los hace mudos y no necesariamente los limitaba a emplear la vocalización por boca cerrada, ya que algunas aves, tales como los buitres carecen de este órgano y aún así pueden emitir diversos sonidos. Lo mismo ocurre con los cocodrilianos. Estos descubrimientos son importantes porque son los primeros pasos en nuestro entendimiento sobre cómo se comunicaban los dinosaurios en el Mesozoico.

4. Primer fragmento fosilizado del cerebro de un dinosaurio

Imagen compartida por la Universidad de Cambridge

A finales del pasado mes de octubre anunciaron el hallazgo del primer fósil de tejido cerebral de un dinosaurio. El fósil fue descubierto en Sussex, Inglaterra por el co-autor del estudio, Jamie Hiscocks y pertenece a una especie hasta hora no identificada, pero se sabe que está emparentada con el Iguanodon. Los investigadores piensan que el fragmento de cerebro se preservó debido a que el dinosaurio cayó en un cuerpo de agua estancada con un alto nivel de componentes ácidos y de baja oxigenación al momento de su muerte o instantes después de ésta, con lo que los tejidos se mineralizarían antes de descomponerse, pudiendo así fosilizarse. Pero eso no es todo. Al examinar el fósil, el equipo compuesto por investigadores la Universidad de Cambridge y de la Universidad del Oeste de Australia, pudieron estudiar el fósil utilizando un microscopio de electrones, logrando identificar membranas duras o meninges, que rodeaban el cerebro, así como hilos de colágeno y vasos sanguíneos, además de lo que parecen ser tejidos de la corteza cerebral (específicamente, tejido neural) entrelazados con capilares finas. Lo que encontraron fue que la estructura del cerebro fosilizado (particularmente, la de las meninges) muestra similitudes con los cerebros de las aves y cocodrilos, lo cual no es de extrañarse considerando que éstos son sus parientes vivos más cercanos. Lo que sí es sorprendente es que el tejido del cerebro fosilizado parece haber sido presionado contra el cráneo, lo que sugiere una de dos cosas:

a) Que algunos dinosaurios hayan tenido cerebros lo suficientemente grandes como para ocupar toda la cavidad craneal.

b) Que durante la muerte y el entierro del dinosaurio, su cabeza se haya volcado, haciendo que cuando el cerebro comenzara a descomponerse, la gravedad lo haya hecho colapsar y presionarse contra el techo óseo de la cavidad.

Hasta ahora, no hay forma de precisar cuál de las dos deducciones es la más probable, pero sea cual sea, a pesar de su imperfecto estado de conservación, este fósil es importante porque nos puede ayudar a entender más a fondo cómo funcionaba el cerebro de los dinosaurios, así como su desempeño sensorial, su estilo de vida y su comportamiento.

5. Primer material de dinosaurio preservado en ámbar

Foto compartida por Lida Xing y su equipo

A principios de diciembre, el reconocido investigador de la Universidad China de Geociencias, Lida Xing vio un raro fósil consistente en una pieza de ámbar con una peculiar estructura en su interior en un mercadillo y lo adquirió antes de que se vendiera como una pieza de joyería. Luego, en conjunto con su equipo y con otros paleontólogos de Canadá y el Reino Unido, Xing estudió el fósil más a fondo determinó que lo que estaba enclaustrado en el ámbar era parte de una cola emplumada de 99 millones de años de antigüedad. El fragmento de cola conserva ocho vértebras y tejido blando, mide 3.7 centímetros, es de color marrón castaño en la parte superior y blanca en la parte inferior. Además, preserva las plumas y su distribución en condiciones prístinas, lo que facilita y hace más significativo su análisis. Tras examinar el espécimen, los investigadores indicaron que el fragmento de cola pudo ser de un terópodo juvenil no aviano perteneciente al linaje de los coelurosaurios, además de que el tipo de plumas presentes en este fósil no son las mismas que se ven en las aves y no parecen tratarse de las plumas vistas en un animal apto para el vuelo. Si bien este descubrimiento no implica que ahora se pueda extraer ADN del fósil para clonar dinosaurios a lo Jurassic Park (ya que contrario a lo que se ve en la película, el ámbar no preserva el ADN), no por eso deja de tener potencial para el futuro. Estudios más minuciosos pueden revelar mucho sobre la evolución de las plumas, su diversificación y su función en los orígenes del vuelo, además de que podrían revelar información relevante sobre por ejemplo, el sistema inmunológico del dinosaurio, cosa que a largo plazo podría resultar beneficiosa para la medicina de alguna u otra forma.

Y con eso cerramos la entrada y el año. Esperemos que el 2017 traiga descubrimientos igual de interesantes. Feliz Año Nuevo a todos.

Fuentes:
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/01/160107094108.htm
http://www.nature.com/articles/srep18952#f1
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/03/160311083926.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/07/160711121517.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/10/161012134216.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/10/161027175858.htm
http://news.nationalgeographic.com/2016/10/dinosaur-fossil-brain-tissue-paleontology-animals-science/
http://primeraplananoticias.mx/portal/encuentran-cola-de-dinosaurio-con-plumas-conservada-en-ambar/
http://news.nationalgeographic.com/2016/12/feathered-dinosaur-tail-amber-theropod-myanmar-burma-cretaceous/
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/12/161208141637.htm