Con el 2016 ya tocando su fin, no se puede negar que este
fue un gran año para la paleontología y el estudio de los dinosaurios. Es por
eso que me siento animado a hacer mención de algunos de los hallazgos más
destacados de este año en lo que respecta a la vida en el Mesozoico. Dicho
esto, cabe mencionar que éstos son sólo cinco de los muchos descubrimientos hechos
durante el año. La razón por la que me limito a estos cinco es porque en mi humilde
opinión, fueron los más impactantes debido a lo que aportan a nuestra
comprensión sobre los dinosaurios, sin dejar de lado que al tratarse de una opinión, esto es subjetivo. Además, tratar todos los descubrimientos hechos en
2016 me tomaría más de una entrada y más tiempo del que dispongo. Dicho esto,
pasemos a las noticias.
1. Primeras pruebas de rituales de cortejo en los dinosaurios
A principios de 2015, un equipo internacional de
investigadores liderados por el paleontólogo Martin Lockley descubrió un
yacimiento de huellas en el oeste de Colorado, EE.UU. En el sitio de
excavación, se identificaron cerca de 50 huellas de terópodos que vivieron a
principios del período cretácico. Algunas de estas huellas, a diferencia de otras
previamente encontradas, no muestran indicios de que los dinosaurios que las
dejaron estuviesen caminando o corriendo, sino que parecen estar a una
distancia considerablemente corta una de la otra y en algunos casos, incluso se
puede ver una huella justo encima de otra. Además, algunas de las huellas muestran
lo que aparenta ser una pisada parcial y otras incluso denotan que el
responsable parece haber rascado la tierra. Los investigadores indican que los
patrones apreciados en las huellas sugieren que los dinosaurios responsables
estaban empleando una danza de cortejo, comportamiento que se puede apreciar
hoy en muchas especies de aves. De ser cierto, este hallazgo sería el primero
en indicar un ritual de apareamiento en dinosaurios no avianos, cosa que hasta
ahora sólo se había especulado. La importancia de este descubrimiento radica en
que éste representa un paso significativo en nuestra comprensión del
comportamiento social de los dinosaurios.
2. Teyujagua paradoxa, la nueva pieza en el rompecabezas
del origen de los dinosaurios
A principios de 2015, un equipo de la Universidade
Federal do Pampa desenterró el fósil de una criatura de quizá 1 ó 1.5 metros de
largo similar a un cocodrilo, la cual data de 250 millones de años de
antigüedad. El fósil consiste en un cráneo bien preservado, el cual fue
encontrado en las cercanías de la ciudad de São Francisco de Assis, en Brasil.
Los investigadores lo llamaron "Teyujagua paradoxa" en alusión a Teyú
Yaguá, un lagarto de la mitología guaraní que tenía una cabeza similar a la de
un perro. El Teyujagua no es un dinosaurio, pero está estrechamente emparentado
con ellos. Es un arcosauriforme primitivo, grupo del que eventualmente
surgirían los arcosaurios, que incluyen a los dinosaurios (entre los cuales se
encuentran las aves), pterosaurios y cocodrilomorfos. Lo que hace tan
importante a este descubrimiento es que se trata de una criatura que vivió
justo después de la Extinción Pérmico-Triásica, un evento que tuvo lugar hace
aproximadamente 252 millones de años y eliminó el 90% de todas las especies
entonces vivas, razón por la que se le considera la extinción masiva más fatídica
ocurrida en el planeta. Animales como el Teyujagua no sólo conforman la minoría
de organismos que prevaleció, sino que también ofrecen pistas de cómo los ecosistemas
terrestres se recuperaron del evento y de cómo continuaron desarrollándose
luego de éste. En el caso de los arcosauriformes, es probable que éstos hayan
prosperado gracias a la escasez de depredadores tras la Extinción
Pérmico-Triásica, eventualmente pasando a ser el grupo de animales dominante y
las características vistas en el Teyujagua pueden contener la clave de cómo
este grupo fue tan exitoso en el Mesozoico.
3. Los dinosaurios quizá "hablaban" con su boca
cerrada, aunque no podían cantar
El hecho de que los dinosaurios no rugían, bramaban ni
gruñían como lo hacen en los medios ha llevado a muchos a preguntarse cómo se
comunicaban estos animales. En un estudio publicado el pasado mes de julio,
investigadores de diversas universidades encabezados por el biólogo Tobias
Riede exploraron la posibilidad de que los dinosaurios emplearan lo que
conocemos como "vocalización por boca cerrada" a la hora de
comunicarse. Este tipo de vocalización consiste en canalizar el aire a lo largo
de una especie de bolsa que rodea el esófago mientras la boca se mantiene
cerrada, lo que permite la filtración de sonidos a través de la piel del área
del cuello. El estudio indica que este sistema de vocalización sólo se ve en aves
del tamaño de una paloma o mayores, lo que según Reide, se debe a que la
presión pulmonar necesaria para inflar la bolsa alrededor de esófago depende de
la tensión en la pared de esta cavidad, tensión que aumenta a medida que los
cuerpos son más pequeños. No es de extrañarse entonces que la vocalización por
boca cerrada sea algo que los ratites, tales como los avestruces, casuarios y
emúes realicen con frecuencia y que también sea comúnmente practicada por los
cocodrilianos (cocodrilos, caimanes y gaviales), el otro grupo de arcosaurios
que persiste en la actualidad. De hecho, el estudio concluyó que este mecanismo
evolucionó al menos, 16 veces en la rama de los arcosaurios, aumentando las
probabilidades de que este fuera el caso de muchos dinosaurios no avianos.
Sin embargo, este descubrimiento no termina con este
estudio. Más tarde, en el mes de octubre, la paleontóloga Julia A. Clarke,
quien también trabajó en el estudio publicado en julio, realizó otra
investigación en la que examinó lo que parece ser la siringe (el órgano fónico
de las aves) más antigua y primitiva conocida. El fósil consiste en
un ejemplar de Vegavis iaai, un ave similar a un ganso que vivió en la
Antártida hace casi 66 millones de años. Este descubrimiento indica que lo más
probable es que las aves más primitivas y los dinosaurios no avianos carecieran
de una siringe, por lo que no habrían podido emitir sonidos de la misma forma
en la que lo hace la inmensa mayoría de las aves actuales. Esto, sin embargo,
no los hace mudos y no necesariamente los limitaba a emplear la vocalización por boca cerrada, ya que algunas aves, tales como los buitres carecen de este
órgano y aún así pueden emitir diversos sonidos. Lo mismo ocurre con los
cocodrilianos. Estos descubrimientos son importantes porque son los primeros
pasos en nuestro entendimiento sobre cómo se comunicaban los dinosaurios en el
Mesozoico.
4. Primer fragmento fosilizado
del cerebro de un dinosaurio
A finales del pasado mes de
octubre anunciaron el hallazgo del primer fósil de tejido cerebral de un
dinosaurio. El fósil fue descubierto en Sussex, Inglaterra por el co-autor del
estudio, Jamie Hiscocks y pertenece a una especie hasta hora no identificada,
pero se sabe que está emparentada con el Iguanodon. Los investigadores piensan
que el fragmento de cerebro se preservó debido a que el dinosaurio cayó en un
cuerpo de agua estancada con un alto nivel de componentes ácidos y de baja
oxigenación al momento de su muerte o instantes después de ésta, con lo que los
tejidos se mineralizarían antes de descomponerse, pudiendo así fosilizarse.
Pero eso no es todo. Al examinar el fósil, el equipo compuesto por
investigadores la Universidad de Cambridge y de la Universidad del Oeste de
Australia, pudieron estudiar el fósil utilizando un microscopio de electrones,
logrando identificar membranas duras o meninges, que rodeaban el cerebro, así
como hilos de colágeno y vasos sanguíneos, además de lo que parecen ser tejidos
de la corteza cerebral (específicamente, tejido neural) entrelazados con
capilares finas. Lo que encontraron fue que la estructura del cerebro
fosilizado (particularmente, la de las meninges) muestra similitudes con los
cerebros de las aves y cocodrilos, lo cual no es de extrañarse considerando que
éstos son sus parientes vivos más cercanos. Lo que sí es sorprendente es que el
tejido del cerebro fosilizado parece haber sido presionado contra el cráneo, lo
que sugiere una de dos cosas:
a) Que algunos dinosaurios
hayan tenido cerebros lo suficientemente grandes como para ocupar toda la
cavidad craneal.
b) Que durante la muerte y el
entierro del dinosaurio, su cabeza se haya volcado, haciendo que cuando el
cerebro comenzara a descomponerse, la gravedad lo haya hecho colapsar y presionarse
contra el techo óseo de la cavidad.
Hasta ahora, no hay forma de
precisar cuál de las dos deducciones es la más probable, pero sea cual sea, a
pesar de su imperfecto estado de conservación, este fósil es importante porque nos
puede ayudar a entender más a fondo cómo funcionaba el cerebro de los
dinosaurios, así como su desempeño sensorial, su estilo de vida y su
comportamiento.
5. Primer material de dinosaurio
preservado en ámbar
A principios de diciembre, el
reconocido investigador de la Universidad China de Geociencias, Lida Xing vio un
raro fósil consistente en una pieza de ámbar con una peculiar estructura en su
interior en un mercadillo y lo adquirió antes de que se vendiera como una pieza
de joyería. Luego, en conjunto con su equipo y con otros paleontólogos de
Canadá y el Reino Unido, Xing estudió el fósil más a fondo determinó que lo que
estaba enclaustrado en el ámbar era parte de una cola emplumada de 99 millones
de años de antigüedad. El fragmento de cola conserva ocho vértebras y tejido
blando, mide 3.7 centímetros, es de color marrón castaño en la parte superior y
blanca en la parte inferior. Además, preserva las plumas y su distribución en
condiciones prístinas, lo que facilita y hace más significativo su análisis.
Tras examinar el espécimen, los investigadores indicaron que el fragmento de
cola pudo ser de un terópodo juvenil no aviano perteneciente al linaje de los
coelurosaurios, además de que el tipo de plumas presentes en este fósil no son
las mismas que se ven en las aves y no parecen tratarse de las plumas vistas en
un animal apto para el vuelo. Si bien este descubrimiento no implica que ahora
se pueda extraer ADN del fósil para clonar dinosaurios a lo Jurassic Park (ya
que contrario a lo que se ve en la película, el ámbar no preserva el ADN), no
por eso deja de tener potencial para el futuro. Estudios más minuciosos pueden revelar
mucho sobre la evolución de las plumas, su diversificación y su función en los
orígenes del vuelo, además de que podrían revelar información relevante sobre
por ejemplo, el sistema inmunológico del dinosaurio, cosa que a largo plazo
podría resultar beneficiosa para la medicina de alguna u otra forma.
Y con eso cerramos la entrada y el año. Esperemos que el 2017 traiga descubrimientos igual de interesantes. Feliz Año Nuevo a todos.
Y con eso cerramos la entrada y el año. Esperemos que el 2017 traiga descubrimientos igual de interesantes. Feliz Año Nuevo a todos.
Fuentes:
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/01/160107094108.htm
http://www.nature.com/articles/srep18952#f1
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/03/160311083926.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/07/160711121517.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/10/161012134216.htm
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/10/161027175858.htm
http://news.nationalgeographic.com/2016/10/dinosaur-fossil-brain-tissue-paleontology-animals-science/
http://primeraplananoticias.mx/portal/encuentran-cola-de-dinosaurio-con-plumas-conservada-en-ambar/
http://news.nationalgeographic.com/2016/12/feathered-dinosaur-tail-amber-theropod-myanmar-burma-cretaceous/
https://www.sciencedaily.com/releases/2016/12/161208141637.htm
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