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2 de abril de 2023

Dinosan (Dinosaur Sanctuary): Un "Jurassic Park" más realista

Con las producciones audiovisuales sobre dinosaurios recobrando fuerza en el mundo mediático, la comunidad dinofriki en internet ha estado bastante activa en cuanto a la cobertura y seguimiento de varios de estos nuevos proyectos y, aunque como aficionado de los dinosaurios, es bueno ver que éstos están ganando auge en la cultura popular, otros medios de entretenimiento tematizados en criaturas prehistóricas en formatos más tradicionales parecen haber sido eclipsados y no han recibido tanta atención. Tal es el caso de un manga recientemente publicado llamado "Dinosaur Sanctuary" (Santuario de Dinosaurios), usualmente abreviado como "Dinosan", del cual no he visto que se hable mucho pese a ser un trabajo bastante notable en términos de su representación poco convencional de los dinosaurios, por lo que me gustaría aprovechar para hacer de él el enfoque de la entrada de hoy.

© Itaru Kinoshita y Shinchosha Publishing Co.

Dinosan es una serie de manga escrita y diseñada por Itaru Kinoshita y publicada por Shinchosha Publishing Co. como parte de la revista Comic Bunch. Hasta la fecha, se han publicado tres volúmenes (aunque sólo dos han sido traducidos para el público occidental hasta la fecha de publicación de esta entrada). El primero de éstos salió al mercado en 2021 y se espera el cuarto para septiembre de 2023. Como es típico en manga, el formato de lectura es oriental (de derecha a izquierda) y la mayoría de los diseños son en blanco y negro.

La premisa del manga consiste en el descubrimiento de una isla que alberga un "mundo perdido", donde varias especies de edad mesozoica han logrado sobrevivir por millones de años. La existencia de dicha isla es hecha pública en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, al mismo tiempo que empezaba a popularizarse la preservación de la vida silvestre. Es por esto que se implementan planes de conservación para las pocas especies remanentes de dinosaurios no avianos y, mediante los avances en bioingeniería, se empieza asimismo a "resucitar" especies extintas a través de la clonación, gracias al acceso a material genético de sus parientes cercanos. Así, se abrieron reservas zoológicas para albergar a los dinosaurios y educar a las personas sobre ellos. La preservación y exhibición de dinosaurios parecía ser un negocio en auge hasta que un trágico incidente con una Allosaurus en la pequeña reserva de Enoshima Dinoland en Japón lo cambió todo. Curiosamente, luego de 15 años, la reserva de Enoshima Dinoland es una de las pocas que permanecen abiertas, aunque experimenta dificultades para mantenerse a flote. Es en esta realidad donde nuestra protagonista, Suma Suzume, comienza su aventura como la nueva cuidadora de dinosaurios del parque con la meta de reavivar el interés del público, algo para lo que su carisma y su ferviente pasión, apreciación y respeto por estos animales le será de gran ayuda.

Entusiasta de los dinosaurios desde su niñez, Kinoshita ha expresado que su idea para Dinosan surgió cuando, tras ver Jurassic Park, quiso explorar más a fondo el concepto de la crianza y manutención de dinosaurios en un zoológico especializado en éstos, deseo que a su vez fue influenciado por su participación en actividades agrícolas en la granja de su familia. De este modo, el manga se centra principalmente en el día a día de Suzume como cuidadora y en las diferentes situaciones que vive con los dinosaurios del parque de una manera no muy distinta a cómo se las apañan los cuidadores de zoológico del mundo real con los animales modernos, ocasionalmente mostrándonos varios eventos desde la perspectiva de otro personaje, sea otro empleado de Enoshima Dinoland o bien, un visitante, adoptando así una narrativa estilo "Slice of Life". En el apartado de los protagonistas, Dinosan cuenta con personajes bastante arquetípicos dentro del formato del manga y el anime, como la novata idealista, el veterano misterioso, la figura de hermana mayor, el jefe de buen corazón, etc. y, como es de esperarse del género “Slice of Life”, no hay antagonistas propiamente dichos, aunque eso, desde luego, no hace que prescinda de conflicto y trama. El formato de la serie es principalmente episódico, con cada capítulo centrándose en Suzume y/o alguno de sus compañeros de trabajo lidiando con una situación que involucra a uno o varios individuos de una misma especie de dinosaurio, aunque no por eso carece de una historia lineal.

Conceptualmente, Dinosan parece una especie de “puente” entre Prehistoric Park y Jurassic Park. Como Prehistoric Park, se enfatiza la conservación y manutención de los dinosaurios en estos santuarios especializados, así como la educación del público sobre estas criaturas. Asimismo, como en Jurassic Park, se explora la idea de exhibirlas al público a fin de generar ingresos monetarios que permitan no sólo mantener el negocio en marcha, sino también ampliarlo (con muy poco de la parte donde los dinosaurios escapan y empiezan a corretear a todo el mundo). Esto permite denotar de manera sublime el dilema dicotomómico de los zoológicos. Si bien, por un lado, se enfatiza el bienestar de los animales y la preservación de las especies ahí albergadas, no se pasa por alto que esto se hace a costa de la inviabilidad de poder liberar a estas criaturas en su hábitat natural mientras se comercializa su cautiverio a fin de poder obtener los fondos necesarios para continuar y ampliar los esfuerzos de conservación.

Pese a tratarse de un manga de ficción, Dinosan también se puede considerar un trabajo de índole educativa. Además de presentar una visión de los dinosaurios como los animales de carne y hueso que eran, el manga, en varias ocasiones y de diversas maneras, informa al público sobre ellos y lo exhorta a respetarlos y apreciarlos como seres vivientes no muy distintos a nosotros en ese aspecto en lugar de partir de ideales y nociones popularizadas o de crear expectativas sobre cómo actuarían sin una base cognitiva sólida, cosa que consigue de manera sublime y sin por eso privar a la narrativa de su constitutivo drama. En cada capítulo, los personajes deben aplicar conocimientos sobre la biología de los dinosaurios para atender su situación lo mejor posible y, en la mayoría de los casos, estos conocimientos derivan de datos paleontológicos reales o bien, de especulación fundamentada en la observación de animales modernos (en su mayor parte, extrapolada de arcosaurios actualmente vivos, como las aves y los cocodrilianos). En adición a eso, al final de cada capítulo, se presenta un comentario del asesor científico sobre la plausibilidad de lo transcurrido en la trama.

Hablando de la asesoría, ésta está en manos del Dr. Shinichi Fujiwara, paleontólogo y profesor en la Universidad de Nagoya y cabe mencionar que el equipo de diseño se la toma tan en serio que no sólo le proporciona al Dr. Fujiwara un espacio para sus notas al final de cada capítulo, sino que también lo acredita en la portada como parte del proceso creativo, algo que se refleja, más que nada, en las viñetas del manga, pues los dinosaurios están diseñados de una manera bastante creíble y consistente con los conocimientos paleontológicos adquiridos gracias a algunas de las investigaciones más recientes. Esto no sólo se hace notar en el diseño de los dinosaurios, sino también en lo que respecta a su comportamiento y a su biología.

Dr. Shinichi Fujiwara, paleontólogo asesor de Dinosan
© anilist.co

Teniendo eso en cuenta, de más está decir que Dinosan no es la típica aventura de ciencia-ficción donde los dinosaurios son monstruos que atacan sin reserva a todo aquel que se les cruce en frente. De hecho, en la mayoría de los casos, se podría decir que se representa a los dinosaurios más mansos de lo que uno esperaría en realidad, aunque es de considerar que se trata de animales criados en cautiverio y bajo cuidado constante por parte de seres humanos, por lo que dicha representación no parece tan descabellada cuando se pone en contexto. Desde luego, no por eso hay falta de incidentes violentos (aunque están lejos de ser el foco de la trama) ni de una sensación de riesgo al momento en que a alguno de los personajes humanos le toca interactuar con los dinosaurios directamente y regularmente se les suele ver tomando estrictas medidas de precaución en dichas circunstancias, con lo que, pese a lo mencionado anteriormente, se denota que los dinosaurios no dejan de tratarse como animales impredecibles. De hecho, cabe mencionar que pese a que, en general, Dinosan tiene un tono agradable que le permite ser disfrutado por todos, algunas viñetas son bastante explícitas en el apartado de violencia y contenido de sangre y podrían resultar perturbadoras para algunos lectores; sobre todo, si son de menor edad.

Dicho esto, aunque Dinosan tiene un evidente enfoque educativo y el trabajo de asesoría se hace notar, no por eso es del todo intachable. Sin embargo, cabe resaltar que en la mayoría de los casos, se trata de asuntos sobre los que no hay un consenso unánime en la comunidad paleontológica, como por ejemplo, el tratamiento del Troodon como un género válido. En esa misma línea, cabe también mencionar la toma de algunas libertades creativas como el concepto de cuernos anillados en el Triceratops de una manera similar a los de los antílopes, algo puramente especulativo que se ha explorado ya en el mundo del paleoarte y que, aunque no tiene mucho respaldo científico, no necesariamente es implausible. Con eso dicho, estos deslices bien podrían considerarse detalles menores y no por eso hacen la obra menos didáctica.

Una pareja de trodóntidos identificados en el manga como miembros del género "Troodon" pese a que la validez de éste actualmente está puesta en duda.
© Itaru Kinoshita y Shinchosha Publishing Co.

Ya entrando en lo personal, aunque el estilo de la serie se siente un poco simple en comparación con mangas más ambiciosos, he de decir que me ha encantado Dinosan y que me parece muy bien lograda en cuanto a lo que pretende conseguir: aprovechar y avivar el interés del público no sólo por los dinosaurios y la vida prehistórica, sino también por la vida en general. Pese a tratarse de un “Slice of Life” didáctico, diría que la serie está lejos de ser monótona y aburrida. Todo lo contrario, de hecho. Opino que la variedad de situaciones exploradas en los diversos capítulos y la forma en que la narrativa se vale de información paleontológica contribuyen a mantener al lector interesado y tienen gran potencial para llevarlo a desear ver qué más va a pasar. Como entusiasta de la paleontología, de más está decir que me quito el sombrero ante la dedicación del equipo de diseño en cuanto a la precisión científica y al elemento didáctico, aparte de que ver cómo los conocimientos paleontológicos son aplicados en las situaciones que enfrentan los personajes resulta gratificante y lleva a uno a intentar visualizar estos escenarios en el mundo real, cumpliendo así su función como obra de ciencia-ficción. Mis únicas críticas en este apartado son que la representación más amansada de los dinosaurios puede crear falsas impresiones (aunque como mencioné anteriormente, esto se justifica por tratarse de animales criados en cautiverio) y que la premisa de “mundo perdido” se siente poco creíble no sólo por carecer de explicación, sino porque se encamina por la línea de que las especies de dinosaurios ahí encontradas se mantuvieron inalteradas y no evolucionaron desde el Mesozoico (sin embargo, dado que no es el enfoque de la serie, se le puede dejar pasar), aparte de algunos detalles que considero que pudieron trabajarse mejor, como el caso de los Troodon mencionado más arriba (tal vez, habría sido más plausible identificarlos como Stenonychosaurus). Por lo demás, la recomiendo a todo aquel a quien le interese la paleontología y el aspecto científico de los dinosaurios. Aunque la serie puede ser disfrutada por público de todas las edades, sugeriría a los padres que le echen un vistazo por su cuenta (especialmente, al segundo volumen) antes de leerla junto a los más pequeñines.

Con todo eso dicho, la serie traducida al español está disponible a la venta aquí.

20 de octubre de 2019

El Movimiento Feathernazi

Una vez más, es octubre, mes en que mucha gente celebra todo lo que tiene que ver con lo atroz y terrorífico y como vimos el año pasado, la cultura dinofriki no está exenta de este tipo de tendencias. Sin embargo, cabe mencionar que el terror tiende a tomar diferentes formas. Bien puede manifestarse a través de seres salvajes y despiadados, equipados con filosos dientes y garras y que rugen ferozmente mientras se preparan para devorar a su próxima víctima de la manera más brutal imaginable, pero la historia nos ha enseñado que también suele manifestarse de una manera menos grotesca. De hecho, hay quien dice que los verdaderos monstruos tienen rostro humano y así lo ejemplifica el movimiento nazi, un régimen extremista y elitista impulsado por Adolf Hitler en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, conocido por su militarismo genocida y por cobrar la vida de alrededor de 6 millones de personas. Muchos creen que el nazismo murió con Adolf Hitler en 1945, pero la realidad es que aún persiste, usualmente camuflado o disfrazado en movimientos no tan turbulentos como entonces, aunque cimentados en las mismas raíces extremistas que lo originaron, las cuales siguen propagándose y han logrado extenderse incluso hasta la cultura dinofriki, con una de sus facciones en particular declarando la supremacía sobre casi todas las demás, facción curiosamente conocida como... los feathernazis.


Ahora bien, como hice con la entrada dedicada a la cultura awesomebro, quiero dejar claro que la intención aquí no es atacar ni condenar el movimiento feathernazi (de hecho, más adelante en la entrada, se resaltan algunos aspectos positivos del mismo), de modo que si me permiten hacer un resumen de mi párrafo aclaratorio en dicha entrada, el punto es crear conciencia de que hay diferentes percepciones y opiniones sobre los dinosaurios y la vida prehistórica en general y cada cual tiene las suyas, cosa que se respeta, pero hay que cuidarse de no llevar esas percepciones a los extremos, que son el verdadero problema aquí, pues éstos sólo tienden a impedirnos ver más allá de lo que procesa nuestra cabeza, aparte de acarrear consigo toxicidad al privarnos de dar a quien piense diferente el respeto que merece. Procuremos por tanto tener una mente abierta si en verdad deseamos disfrutar al máximo la belleza de nuestro tan diverso mundo.

Habiendo aclarado eso, ¿qué es un feathernazi?
                                                                    
En términos resumidos, un feathernazi es una persona que sostiene que la manera estándar de representar a los dinosaurios y especialmente a los terópodos (que tratándose del linaje que dio origen a las aves, es el que más probabilidades tiene de haber tenido un integumento principalmente filamentoso) en el mundo del arte y de los medios debe ser normativamente con plumas, presentando una ferviente oposición a aquellas representaciones que no cumplen con esta condición. De ahí su nombre ("feather" significa "pluma" en inglés y "nazi" obviamente alude al nazismo, aunque deriva más directamente del término "grammar nazi", que hace referencia a aquellas personas estrictas con la correcta utilización del lenguaje escrito).

Arriba a la izquierda: Arte de Gabriel Ugueto; Arriba a la derecha: Imagen modificada de canalhistoria.es
Abajo a la izquierda: Arte de Sebastian Smith; Abajo a la derecha: Imagen modificada de viptypology.wordpress.com

Cabe mencionar, sin embargo, que por arbitrario que parezca este razonamiento, el mismo parte de una base lógica, la cual consiste en el hecho de que se han encontrado estructuras filamentosas (plumas y protoplumas) en varios linajes de dinosaurios; no sólo en el que dio origen a las aves (los terópodos coelurosaurianos), sino también incluso en algunas ramificaciones del grupo de los ornitisquios y como se publicó recientemente, tal parece que las picnofibras de los pterosaurios se tratan en realidad de una variante de plumaje. Bajo la premisa del horquillado filogenético, la explicación más razonable para la posesión común de una característica tan compleja como las plumas en miembros de diferentes linajes es que la misma haya surgido por primera vez en un ancestro que estos organismos alguna vez compartieron antes de tomar caminos evolutivos separados, abriendo paso a la posibilidad de que todos los descendientes de dicho ser heredaran este rasgo. Sin embargo, no son raros los casos en los que un rasgo ancestral se modifica o simplemente, desaparece a medida que la evolución progresa (ejemplo de esto es la cola en los primates hominoides, como nosotros) y cabe mencionar que de haber sido cierto que los dinosaurios son ancestralmente emplumados, el propio registro fósil parece indicar que muchos fueron perdiendo el integumento filamentoso y recubriéndose con uno escamoso a medida que iban evolucionando. Esto, sin embargo no descarta la posibilidad de que varios de ellos hayan conservado algún tipo de plumaje, aunque fuese de manera vestigial, como ocurre con el pelo en los elefantes, hipopótamos e incluso, en algunas ballenas. Es por esto que considerar la posibilidad de que todos los dinosaurios tuviesen alguna forma de plumaje no es tan descabellada como puede parecer, pero como ocurre con el razonamiento awesomebro, no hay que llevar esto al extremo. Lo importante es analizarla como la posibilidad que es en lugar de tratarla como un hecho, aparte de tener en cuenta los límites de lo plausible.

Un error común es asumir que los feathernazis en general imaginan a todos los dinosaurios con un integumento homogéneamente aviano, lo cual no es del todo cierto. Considerar la posibilidad de que todos los dinosaurios tuviesen plumas no necesariamente implica considerar que todas las especies tuviesen una capa de plumaje compleja. Por ejemplo, a la hora de promover la precisión y el rigor científico, ilustrar un Triceratops con filamentos en el lomo y en la cola es aceptable, aparte de que tiene su base lógica, pero ilustrar uno envuelto en un abrigo de plumas ya es algo exagerado, incluso para los feathernazis más estrictos.
Arriba (a la derecha): Arte de Guido Kuip; Abajo (a la derecha): Arte de Nobu Tamura
Izquierda (arriba y abajo): Imagen de imgflip.com (originaria del video musical "Hotline Bling", del cantante Drake)

Esto es aplicable en todos los aspectos de la interpretación de información paleontológica, pero con mayor rigor en el mundo del paleoarte, donde tienen lugar nuestras ideas e interpretaciones más cercanas a cómo eran los dinosaurios en vida y donde a su vez, los feathernazis tienden a sobresalir por auspiciar representaciones de dinosaurios (sobre todo, terópodos) con plumas y detractar obras en las que éstos son representados sin ningún indicio de ellas, en algunos casos pudiendo llegar a ser muy hostiles con quien opine diferente a ellos y procurando imponer su punto de vista bajo el pretexto de que está respaldado científicamente y apoyado por evidencia, aunque no siempre sea cierto, a lo que cabe agregar que en muchas ocasiones, se muestran poco tolerantes a la especulación y a las libertades artísticas, aunque tendiendo a hacer excepciones cuando se trata de reconstrucciones de dinosaurios con estructuras filamentosas de algún tipo. Quizá el ejemplo más notorio es lo ocurrido tras la reciente publicación de parches de piel de Tyrannosaurus rex con indicios de integumento escamoso, con lo que algunos paleoartistas, luego de un período de tiempo considerable de tender a reconstruir a esta especie con una capa compleja de plumaje, empezaron a representarla sin plumas, ante lo que muchos feathernazis han estado presentando objeción desde entonces, sosteniendo que el T. rex, como coelurosaurio (linaje que alberga a todos los terópodos con evidencia directa de plumaje, incluyendo a las aves), definitivamente debió haber tenido plumas y reflejando así una tendencia más inclinada al pensamiento deseoso que al pensamiento científico. Si bien es cierto que las estructuras apreciables en estos parches se asemejan a la retícula de las aves más que a las escamas de los reptiles y que el T. rex proviene de un linaje ancestralmente emplumado, el hecho es que el material encontrado hasta la fecha no presenta signos obvios de plumaje y todo lo que éste ha demostrado es que el integumento de los tiranosáuridos (la familia a la que pertenece el T. rex) resultó ser más difícil de interpretar de lo que se pensaba hasta entonces, lo cual dificulta llegar a una conclusión concreta. De modo que a la hora de crear una obra de paleoarte, representar al Tiranosaurio sin plumas es tan válido como representarlo con ellas (siempre y cuando el integumento escamoso sea consistente con lo apreciable en el material encontrado y el plumaje no sea excesivo), pues lo cierto es que el asunto es aún objeto de debate en la comunidad científica y a falta de un consenso y de pruebas conclusivas, las posibilidades son numerosas. Es decir, el T. rex pudo haber tenido una capa de plumas limitada sólo a algunas partes del cuerpo o pudo haber contado con un plumaje demasiado simple y frágil como para tolerar los procesos tafonómicos (todo lo ocurrido a su cuerpo luego de su muerte) y de fosilización en las circunstancias en la que éstos ocurrieron, como también pudo haber tenido filamentos vestigiales casi imperceptibles o simplemente haber carecido de plumas por completo. No obstante, para la mayoría de los feathernazis, es prácticamente imposible que el T. rex haya carecido de plumas y se les suele dificultar considerar un "No" o tan siquiera un "Tal vez" (que sería lo más razonable de momento) como respuesta y como es de esperarse de aquellos con una mentalidad extremista, suelen apoyar a los expertos cuyo trabajo ofrece fundamentos para sus opiniones y desconsiderar o incluso tachar como erróneo el trabajo de aquellos cuyas observaciones no coinciden con su punto de vista, lo cual no los diferencia mucho de los seguidores de la postura awesomebro, cosa que resulta irónica cuando se tiene en cuenta que para presumir de apoyarse en la ciencia y decir avalarla, al centrarse en validar su opinión, cierran su mente a otras posibilidades, asumiendo un modo de pensar contrastante con el de la ciencia.

Actualmente es difícil determinar con precisión cómo era el integumento del Tyrannosaurus rex en vida, siendo posible que haya tenido algún tipo de plumaje, como también lo es que haya carecido de él, mas para los feathernazis extremistas, esta última posibilidad parece ser inconcebible (así como para los awesomebros extremistas tiende a ocurrir lo opuesto).
De arriba a abajo: Modelo de Tyrannosaurus rex del videojuego Saurian (versión de 2015); Imagen de Adolf Hitler extraída de meme-arsenal.com; Modelo de Tyrannosaurus rex del videojuego Saurian (versión de 2018); Imagen extraída de publimetro.com (originaria del filme "Der Untergang") 

Cabe reiterar que desde luego, no hay nada de malo con considerar la posibilidad de que algunas especies de dinosaurios de las que no se ha encontrado evidencia directa de plumaje pudieron haberlo tenido en mayor o menor grado (siendo esto especialmente válido cuando se trata de coelurosaurios, como el T. rex) ni con querer ver representaciones artísticas afines con esa idea, pero una vez más, hay que cuidarse de los extremos y entender que hasta no haber pruebas conclusivas (entiéndase, evidencia directa, como por ejemplo, en el caso del Velociraptor o evidencia indirecta, como ocurre con el Deinonychus, del que no se ha encontrado material integumentario, pero tratándose de un coelurosaurio paraviano, es muy probable, o se podría decir incluso, casi seguro, que tuviese un plumaje bastante similar al de las aves), todo queda en el terreno de las posibilidades (esto, por supuesto, no significa que algo es cierto o falso hasta que se demuestre lo contrario, sino que, como cita el famoso aforismo, "la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia", lo que abre paso a la consideración de más de una posibilidad), por lo que al momento de hacer una reconstrucción en vida de una de estas criaturas, un paleoartista está en todo su derecho de representarlas según lo dicte su creatividad, sea con plumas o sin ellas (aunque siempre procurando ser consistente con el material disponible y la información más reciente) y no por esto está necesariamente en un error. O al menos, no hasta que surjan pruebas de que la realidad era otra. Después de todo, no hay que olvidar que el paleoarte es fundamentalmente retroactivo y una reconstrucción puede quedar desactualizada con posteriores descubrimientos paleontológicos. Dicho esto, una cosa es promover la precisión científica en el ámbito del paleoarte, donde se pretende ser fiel (o al menos, cercano) a la realidad, y otra muy distinta es hacerlo en un trabajo de ficción. Desde luego que no está mal auspiciar la integración de dinosaurios emplumados en el mundo mediático, donde es cierto que no suelen brillar mucho, pero hay que recordar y reconocer que no toda representación artística de un organismo prehistórico es paleoarte y no necesariamente pretende presentar una imagen fiel a los conocimientos científicos. Mucho menos, cuando se trata de un proyecto de ficción. Quizá el ejemplo más notorio es la franquicia de Jurassic Park, más que nada por ser la propiedad tematizada en dinosaurios más popular en el mundo moderno. Si bien es cierto que la franquicia ha sido lenta en introducir dinosaurios con plumas (y una imagen más actualizada y científicamente precisa de los dinosaurios en general, manteniendo diseños desactualizados para los estándares de hoy), limitándose a hacerlo en derivados de sus producciones principales, como videojuegos y comics, hay que recordar que es esencialmente ficción y todo lo que hace es con el mero propósito de entretener y no necesariamente de educar, por lo que el realismo en este caso pasa a un plano secundario (no es que no sea importante ni que deba ser ignorado por completo, pero no necesariamente debe tomarse como un elemento prioritario o un medidor de calidad). Si bien es cierto que la primera película fue pionera en introducir al público a la entonces nueva imagen que la ciencia estaba revelando de estos animales en el llamado "Renacimiento de los Dinosaurios", su fin nunca fue educar al público sobre paleontología. De modo que tampoco hay que llegar al extremo de demeritarla por sus inconsistencias científicas, como lo hacen los feathernazis más extremistas, que incluso pese haber sido producida a principios de la década de 1990, critican la falta de dinosaurios emplumados bajo premisas como que el Archaeopteryx se conoce desde el Siglo XIX o que la relación entre dinosaurios avianos y no avianos se exploraba ya desde la década de 1970 y que por ende, la película no tenía excusas para omitir el concepto de dinosaurios con plumas, pareciendo olvidar o ignorar que la relación entre las aves y los dinosaurios no avianos no vino a ser tan comprendida hasta finales de los años 90 (si bien es cierto que se estudiaba desde los años 70, no se indagó tanto en ella hasta que la recuperación de más fósiles permitió la realización de estudios más minuciosos sobre la biología y la evolución de los dinosaurios a mediados de los años 90, permitiendo concluir el debate sobre si las aves eran efectivamente dinosaurios y no un linaje hermano de éstos) y que la ciencia (en este caso, la paleontología) no es inmutable, sino progresiva. Si esto ya parece un tanto exagerado, cabe agregar que algunos de los feathernazis más fervientes incluso llegan a criticar caricaturas y otros tipos de contenido que de por sí no pretenden ser tomados en serio y utilizar la rigurosidad científica como una medida de la calidad del producto, lo cual ya es algo extremista, especialmente cuando se trata de contenido no esencialmente relacionado a los dinosaurios.

Si bien es comprensible el deseo de ver dinosaurios representados de una forma realista y no tan tergiversada, utilizar la aplicación o la falta de rigor científico para contrastar la calidad de una franquicia sobre tortugas humanoides que practican artes marciales con relación a una sobre un adolescente que adquiere superpoderes tras ser picado por una araña bioquímicamente alterada tiene tanto sentido como cuestionar representaciones de unicornios con alas en la franquicia de "My Little Pony" porque los équidos no tienen tal característica.
 Imagen extraída de memecenter.com

Desde luego, también se da el caso de que una parte del público suele no ir más allá de lo que ve en los medios o incluso de mostrarse reacia a la idea de que algunos dinosaurios en realidad tuvieron plumas, como también hay casos en los que artistas omiten el plumaje en especies de las que sí se sabe que lo tenían (sea por evidencia directa o indirecta) al momento de realizar una obra de paleoarte, presentando así una versión tergiversada de estos animales, ya sea por desconocimiento o por capricho. En estos casos, es conveniente hacer las correcciones necesarias y se puede decir que en este aspecto, los feathernazis parecen tener un punto válido para su causa. Sin embargo, hay una diferencia muy notable entre educar e imponer. La primera consiste en hacer al receptor pensar y la segunda supone más bien pensar por él. Y es por esta tendencia a dictaminar sus idealizaciones por la que los feathernazis son más conocidos en la cultura dinofriki, opacando el esfuerzo sincero de algunos por educar sobre el tema y dificultando el que puedan ser tomados en serio. Esto es apreciable especialmente cuando se aborda no sólo el aspecto científico de las representaciones paleoartísticas, sino también su elemento estético, vislumbrándose a través de argumentos como que las plumas no hacen que los dinosaurios (particularmente, los terópodos) dejen de parecer intimidantes. El problema con este razonamiento y con este tipo de argumentos es su naturaleza tan subjetiva como la estética misma, pues en este caso, lo que es intimidante para algunos no tiene por qué serlo para todos, sin mencionar que esto no contribuye mucho a la educación del receptor. Lo que sí es objetivo es que los dinosaurios, emplumados o no, no tienen por qué ser intimidantes de acuerdo a nuestros estándares y que nuestra percepción sobre ellos y el que nos den miedo o no, es algo irrelevante para nuestra comprensión de estos animales (el estudio de la naturaleza y de la evolución no tiene en cuenta los criterios humanos sobre elementos de carácter estético y le faltan razones para hacerlo), aparte de que la apariencia de un animal (particularmente, un depredador) no lo hace ni más ni menos peligroso. No obstante, una situación inversa suele darse en el mundo del entretenimiento, donde la estética y la creatividad deberían adquirir relevancia sobre el contenido estrictamente didáctico, mas esto no quita el que haya un elemento de subjetividad a considerar, aparte de que para los feathernazis, la inclusión de dinosaurios emplumados parece ser una pieza infaltable en cualquier medio divulgativo a fin de educar a la audiencia sobre la biología y evolución de estos animales, soliendo despreciar a aquellas producciones y trabajos de arte que no conduzcan en esa dirección, aunque el medio en cuestión no tenga el propósito de comunicar información científica. Por supuesto, no es que esté mal señalar o criticar representaciones erróneas en un trabajo de ficción o de arte en general (siempre y cuando se haga de manera constructiva). No obstante, hay una gran diferencia entre identificar y corregir inexactitudes en dichas representaciones y difamar todo el trabajo y a los envueltos en él por su falta de precisión.

Sin embargo, cabe señalar que lo que hacen los feathernazis no siempre está mal o al menos, no en su totalidad. Después de todo, es cierto que la idea de dinosaurios con plumas encuentra obstáculos a la hora de ser divulgada y asimilada tanto en la cultura dinofriki como en la cultura popular y a veces, los medios de entretenimiento actúan como una mejor herramienta de comunicación que uno puramente didáctico, validando el auspicio de este concepto en el mundo mediático, aparte de que hay casos en los que los feathernazis han contribuido a una mayor acogida de esta noción por parte de un público más diverso (poniendo así su granito de arena en la divulgación y educación paleontológica). Se puede decir por consiguiente que el problema no está tanto en lo que hacen, sino más bien en cómo lo hacen. Si sus objetivos son pura y genuinamente didácticos, es importante tener en cuenta que un acercamiento abierto es más productivo que uno forzado, por lo que no hace falta recurrir a medidas agresivas ni entrar en prejuicios. Si sucede que el receptor simplemente no está actualizado, basta con informarlo mostrándole los datos y teorías científicas más recientes, siendo igualmente importante motivarlo a mantenerse al día. Por otra parte, si el receptor simplemente ignora la evidencia consciente y deliberadamente, bien se podría intentar exhortarlo a considerar diferentes posibilidades (pero no imponiéndoselas). De no mostrarse abierto a ello, lo más probable es que no esté muy interesado en el aspecto científico de los dinosaurios, lo cual ya está fuera del control de terceros, por lo que lo mejor entonces sería respetar su derecho a pensar diferente, pues a fin de cuentas, nadie puede obligar a nadie a interesarse por algo ni mucho menos, a opinar igual. Además, es importante tener en cuenta que el receptor podría ser sólo un niño y por lo tanto, su nivel de madurez no será el mismo que el de una persona adulta, lo que hace aún más imperativo un trato sano y alentador, así como un buen empleo de la paciencia y la tolerancia. Teniendo esto en cuenta, cuando el receptor se trate de un artista, este acercamiento contribuirá a que su trabajo sea más preciso en el futuro si es que verdaderamente está interesado en captar la vida prehistórica de acuerdo a lo que sabemos de ella o por otro lado, ayudará a determinar si el mismo está más dirigido por la vía del "creature design" que por la del paleoarte.

Habiendo dicho esto, ¿ser feathernazi es malo? Al igual que en el caso de los awesomebro, la respuesta es no. El problema no está en ser un feathernazi. Como se mencionó más arriba, no hay nada de malo con considerar la posibilidad de que muchos dinosaurios, si no es que todos, tuviesen algún tipo de plumaje en mayor o menor grado ni con favorecer representaciones acordes a esa idea en el arte y en los medios de comunicación y entretenimiento. El problema viene cuando llevamos esto al extremo y tratamos nuestras idealizaciones de manera radical.

Si usted opina que todos los terópodos o incluso, todos los dinosaurios pudieron haber tenido algún tipo de filamento al menos, en partes de su cuerpo, eso está muy bien. Nadie tiene por qué denigrarlo por ello. No obstante, recuerde que es simplemente una posibilidad y como tal, podría ser cierta como podría no serlo y según usted no tiene por qué ser difamado por opinar de esta manera, tampoco tienen por qué serlo aquellos que opinen diferente a usted. En palabras del paleontólogo, Roberto Díaz Sibaja, "Las personas tienen derecho a criticar las ideas, pero no a rebajar, difamar y humillar públicamente a los que tratan de defender esas ideas, sin importar las circunstancias."

Si nuestro propósito es fomentar la educación en paleontología, debemos dejar a un lado nuestras idealizaciones y convicciones personales y recordar que la paleontología, como ciencia, es progresiva, por lo que los conocimientos adquiridos a través de ella están en constante revisión,  cambio y actualización, así que no adopte sus planteamientos como verdades irrefutables. Desde luego, podemos evaluar diferentes ideas y teorías científicas y decantarnos por las que nos hagan más sentido, pero adoptando siempre una mentalidad crítica, pues apegarse a las mismas descartando irreflexivamente otras posibilidades, más que una actitud científica, es una actitud dogmática y por ende, anticientífica. A esto cabe agregar que inculcar nuestras ideas y modos de pensar de manera doctrinaria es un proceder no muy distinto a aquel en el que se fundamentó el verdadero movimiento nazi que hoy se suele recordar como un régimen injusto e inhumano. Dicho esto, parafraseo nuevamente al paleontólogo, Roberto Díaz Sibaja cuando señala que una persona que dice amar la ciencia, pero paradójicamente transforma sus ideas en dogmas y trata de imponerlas a otros de forma arbitraria, en realidad no ama la ciencia, sino que es un sectario del fanatismo.

En resumen, cuidémonos de arraigarnos demasiado a determinadas ideas y conceptos y de ser extremistas con nuestras opiniones e idealizaciones y procuremos tener siempre una mente abierta que nos libre de la obstinación, la intransigencia y la intolerancia, de tal modo que podamos ser más flexibles y receptivos ante la versatilidad del conocimiento científico y ante las opiniones e idealizaciones de otros, a fin de que podamos disfrutar y sacar lo mejor tanto de nuestra vida como del mundo tan diverso y cambiante en el que vivimos.

Referencias:
http://antediluviansalad.blogspot.com/2017/01/ye-shall-enter-skingdom-of-heaven-by.html
http://dinogoss.blogspot.com/2014/07/people-think-feathered-dinosaurs-dont.html
http://palaeos-blog.blogspot.com/2016/07/respeto-las-ideas-y-creencias.html

24 de julio de 2019

¿Qué es el Paleoarte?

Hoy el registro fósil nos revela que una amplia gama de seres vivos habitaron este planeta antes que la raza humana y que la mayoría de estos organismos ya habían dejado de existir desde mucho antes de que ésta llegara a la escena. Sin embargo, aunque ningún ser humano ha podido ver a estos organismos en vida, es bastante común ver representaciones de ellos en diferentes medios que nos permiten imaginar cómo eran y cómo vivían. Esto, gracias a una de las actividades humanas más primordiales: el arte. En este caso, hablamos de una forma de arte específicamente dedicada a traer a esos seres que ya no podemos ver en nuestro mundo de vuelta a la vida... En sentido figurado, claro.

Esta forma de arte recibió el nombre de "Paleoarte" en 1986 por el ilustrador (o bien podríamos decir, paleoartista) Mark Hallet, pero se practica desde mucho antes. Históricamente, las primeras piezas reconocidas de paleoarte se remontan a principios del Siglo XIX.

Esta ilustración del Pterodactylus antiquus por el Prof. Johann Hermann es una de las piezas de paleoarte más antiguas registradas.

Estas primeras representaciones eran consistentes con los conocimientos que se tenían sobre esas criaturas en ese entonces, pero no es ningún secreto que a medida que progresa nuestro entendimiento sobre los organismos prehistóricos y el mundo en el que éstos vivían, también lo hace la manera en que los visualizamos y consiguientemente, las reconstrucciones artísticas que hacemos de ellos. Y es que el paleoarte, como forma de expresión fundamentada en la ciencia, evoluciona con ésta, siendo por tanto de naturaleza retroactiva. Es decir, una pieza de paleoarte representa la visión de un organismo o escenario prehistórico según concebido en el momento histórico en que fue realizada, pudiendo quedar desactualizada a posteriori. Eso sin embargo no significa que las obras antiguas de paleoarte dejen de ser paleoarte y es importante tener en cuenta que una pieza de paleoarte no se debe juzgar por los estándares de una época posterior a aquella en la que fue producida. Al fin y al cabo, sigue teniendo un valor artístico e histórico, actuando como un indicador de cómo cambia y progresa nuestra comprensión del mundo prehistórico con el tiempo y con cada descubrimiento. Asimismo, cabe agregar que las técnicas empleadas en el paleoarte también van ampliándose con las nuevas tecnologías y medios creativos según progresa nuestra sociedad. De hecho, el paleoarte actualmente tiene múltiples facetas y se vale de todas las formas de arte conocidas, desde la ilustración y la escultura tradicional hasta la animación y el modelado digital. Toda representación gráfica que tenga el objetivo de plasmar, simular o representar cómo pudo haber sido la vida prehistórica de acuerdo a la información obtenida de los hallazgos paleontológicos implica la práctica del paleoarte. Considerando esto, Marco Ansón, Manuel Hernández y Pedro A. Saura, de la Universidad Complutense de Madrid definen el paleoarte como cualquier manifestación artística original (es decir, no plagiada) que intente reconstruir o representar la vida prehistórica según el conocimiento actual y la evidencia científica al momento de crear la obra de arte.

Diferentes ejemplos de paleoarte moderno. De arriba hacia abajo: Ilustración por Julius Csotonyi, escultura por Bob Nicholls y modelo digital por Vlad Konstantinov

Es de reconocer por tanto que el paleoarte es circunstancialmente progresivo y como tal, continúa evolucionando en todos sus ámbitos, tanto técnicos como conceptuales. Esto debería dejar claro que el paleoarte, por actualizado que esté, no es 100% preciso y siempre va a seguir evolucionando con las técnicas artísticas emergentes y los nuevos conocimientos paleontológicos, por lo que es igualmente importante tener en cuenta que las obras paleoartísticas no deben considerarse un reflejo exacto de lo que buscan representar, sino ser lo más cercano posible a ello a fin de facilitarnos visualizarlo a falta de poder presenciarlo directamente. Y es que uno de los componentes más importantes del paleoarte es la especulación, por lo que muchos de los aspectos de una reconstrucción paleoartística, tales como el color dado a una criatura determinada, su tipo de integumento y el comportamiento que puedan estar asumiendo suelen ser producto de la imaginación, discreción y creatividad del artista, salvo en unos pocos y excepcionales casos. A fin de cuentas, la única base física que tienen los paleoartistas son los restos de los organismos que pretenden reconstruir (en su mayoría consistentes en huesos y residuos fosilizados) y los estudios científicos realizados sobre éstos. La otra base (que es tan o más importante que la parte física) la conforman la vinculación con el mundo natural de hoy y el uso de la imaginación. Ésta juega un papel muy importante, ya que sin ella, no podríamos si quiera hacernos una idea de cómo habría sido un organismo fósil en vida ni de cómo era el mundo en que vivía. Asimismo, es de tener en cuenta igualmente que a pesar de que el paleoarte se vale de la especulación, no abusa de ella y hay ciertos límites y parámetros que acata. Después de todo, es un tipo de ilustración científica y como tal, no descuida su cimiento en las evidencias pese a su fuerte base especulativa.

Una pareja de Ceratosaurus realiza una especulativa danza de cortejo. Nótese también el dimorfismo sexual, con el macho presentando ornamentos más prominentes que la hembra, lo cual es también de carácter especulativo. Pese a que estos aspectos no han sido científicamente probados, eso no significa que no hubiésemos podido ver una escena como esta hace 150 millones de años. Sólo hay que tener en cuenta que es simplemente una posibilidad.
Arte de Mark Witton

Dicho esto, cabe mencionar que no necesariamente todas las representaciones de organismos prehistóricos son paleoarte. En su contexto más amplio y abarcador, la representación artística de criaturas prehistóricas ha recibido el nombre de "paleoimágenes" (traducido del término en inglés, "paleoimagery"), término acuñado por Allen y Diane Debus. El paleoarte bien podría considerarse un tipo de paleoimagen, pero es importante recordar que también es una rama de la ilustración científica y busca representar criaturas extintas como eran en vida según los conocimientos paleontológicos y esto es lo que lo diferencia de otras formas de paleoimágenes. Es decir, un organismo prehistórico representado de forma caricaturesca, antropomórfica o en el que simplemente se hayan tomado libertades artísticas que trascienden o tergiversan lo que sabemos de él, siendo por tanto discorde a los conocimientos paleontológicos, bien podría considerarse una forma de paleoimagen, pero ya no entraría en la categoría de paleoarte, con algunos conocedores del campo llamando a esta práctica "paleoartismo", término acuñado por Andrea Cau para referirse a toda aquella forma de paleoimágenes que no tiene un fundamento científico.

Las representaciones de dinosaurios deliberadamente hechas de forma inconsistente con lo que revelan los fósiles, como lo son por ejemplo, los dinosaurios de la saga cinematográfica "Jurassic Park", son un tipo de paleoimaginería que cae más en la categoría de "creature design" que de paleoarte propiamente dicho. Sin embargo, esto no hace que deje de ser arte ni es impedimento para que pueda ser apreciado como tal.
Imagen de Universal Pictures

No obstante, también hay que tener en cuenta que el paleoarte, como todo tipo de arte, es una forma de expresión relativa, por lo que, sin dejar de lado sus características y propiedades, se podría decir que hay un elemento de subjetividad a la hora de determinar qué es palearte y qué no lo es. Por ejemplo, hay casos en los que la línea que separa el paleoarte de otras formas de paleoimágenes puede ser muy fina. Tanto, que hay obras que algunos pueden considerar como paleoarte y otros no. Ejemplo de esto es que hay para quien la paleontografía (la reconstrucción o ilustración minuciosa de fósiles) y las reconstrucciones esqueléticas son también un tipo de paleoarte y hay quien los considera una forma separada de paleoimágenes.

Paleontografía de William D. Matthew y reconstrucción esquelética de Scott Hartman de la especie Tyrannosaurus rex

Asimismo, hay que recordar que el palearte tiene el propósito de expresar gráficamente ideas sobre la vida prehistórica con un fundamento científico y hay ocasiones en las que para conseguirlo, conviene desligarse un poco de lo estrictamente factual y dar un paso extra en el apartado creativo. Por ejemplo, cuando se representa a un organismo prehistórico ubicado en un ambiente distinto al que habitó, eso usualmente no se considera paleoarte. Sin embargo, hay casos en los que el propósito de esto es de carácter didáctico, como lo es por ejemplo, establecer una comparación para proveer al espectador una mejor perspectiva en el intento de ayudarlo a comprender el concepto expresado de una forma clara y asimilable, con lo que la obra cumple como un medio de divulgación científica, por lo que en estos casos bien podría considerarse como paleoarte. No obstante, queda a discreción del espectador reconocerlo como tal o no.

Comparación de tamaño del Argentinosaurus huinculensis con un autobús
Arte de Damir G. Martin

Lo mismo ocurre con las producciones audiovisuales, tales como películas, documentales y videojuegos dedicados a explorar y presentar conceptos paleontológicos. Siendo una forma de arte y al mismo tiempo canales comunicativos, las creaciones audiovisuales dedicadas a mostrar cómo era la vida prehistórica pueden ser consideradas como la forma más sofisticada de paleoarte hasta la fecha al ofrecer al espectador la oportunidad de apreciarla de forma dinámica. Sin embargo, es de tener en cuenta que éstas también suelen estar condicionadas por las reglas de oferta y demanda, lo que, en muchas ocasiones, lleva a sacrificar significativamente su grado de concordancia con los conocimientos científicos contemporáneos en pro del elemento apelativo. Es de notar sin embargo que este no siempre es el caso y hay producciones audiovisuales (en su mayoría, sin fines de lucro) genuinamente dirigidas a educar a la audiencia y a dar a conocer el mundo prehistórico como lo concebimos hoy gracias a los avances científicos. Aún así, hay quien, si bien reconoce que el paleoarte constituye una parte esencial de este tipo de producciones, no considera los medios audiovisuales en sí como una forma de paleoarte, así como también hay quien simplemente es selectivo con el tipo de creación audiovisual que podría considerar como un trabajo de paleoarte.

Los documentales sobre la vida prehistórica, como producto del llamado "séptimo arte" y como medio de comunicación didáctico, bien podrían considerarse una forma de paleoarte dependiendo de su manejo de la información y de los estándares del espectador a la hora de reconocer una obra o forma de paleoarte.
Imagen de la BBC

Se puede decir por tanto que el paleoarte puede ser tan inclusivo como exclusivo siempre y cuando se trate de un trabajo original que procure reconstruir o representar aspectos sobre la vida prehistórica de acuerdo con el conocimiento científico y las evidencias disponibles al momento de su creación. Dicho esto, el paleoarte no necesariamente tiene que consistir en una pieza de arte realista bien coloreada y altamente detallada. Si el objetivo de la obra es representar una idea con fundamentos paleontológicos, incluso un boceto abstracto puede ser considerado como paleoarte, más todo depende de qué tan amplio o estricto sea el concepto de paleoarte para el espectador.

Arte de Luis V. Rey

Independientemente de las condiciones de cada cual a la hora de determinar cuáles obras podrían considerarse como paleoarte y cuáles no, lo que sí podríamos decir de forma unánime es que el paleoarte es importante para la divulgación paleontológica, ya que ayuda a crear conciencia de que lo que sólo solemos ver en la forma de huesos fosilizados fueron seres que alguna vez estuvieron vivos y al mismo tiempo, estimula nuestra curiosidad, interés e imaginación al permitirnos visualizar un mundo remoto del cual no tuvimos la gracia de ser testigos y que, irónicamente, es también nuestro propio mundo.

Ya para cerrar, los dejo con este intento de paleoarte realizado por su servidor:

Dejo a ustedes el privilegio de considerarlo como paleoarte o no, pues aunque mi intención fue hacerlo concorde a lo que sabemos de esta especie (Deinocheirus mirificus), lo cierto es que no tuve una guía muy minuciosa y estaba más concentrado en disfrutar el proceso de dibujarlo que en que fuese una reconstrucción rigurosamente precisa, eso aparte de que no soy un artista profesional. Dicho esto, aprovecho la ocasión para decir que agradeceré cualquier crítica que me pueda ayudar a mejorar.

Fuentes:
  1. https://www.nationalgeographic.com/science/2018/11/how-dinosaurs-are-brought-back-to-life-through-art-paleontology/
  2. http://palaeos-blog.blogspot.com/2014/03/paleoarte-la-linea-entre-la-ciencia-y.html
  3. http://palaeos-blog.blogspot.com/2014/07/paleoarte-paleontografia-y-paleoartismo.html
  4. https://www.researchgate.net/publication/275408446_Paleoart_Term_and_Conditions_A_survey_among_paleontologists