31 de diciembre de 2019

Las 5 "Dinoticias" más Relevantes del 2019

Una vez más, cerramos un año en el blog y quisiera hacerlo, como es mi costumbre, conmemorando cinco de los descubrimientos más impactantes del año en cuanto a paleontología de dinosaurios se refiere. Pero antes, enfatizo como siempre que las noticias alistadas a continuación fueron seleccionadas entre muchos otros descubrimientos igualmente interesantes e importantes para nuestro entendimiento sobre los dinosaurios y en vista a que no puedo cubrirlos todos en esta entrada, simplemente opto por centrarme en los cinco que me llamaron más la atención. Dicho esto, les exhorto a buscar información sobre otros grandes descubrimientos realizados en el 2019. Habiendo aclarado esto, comencemos.

1. Recobra fuerza la teoría del origen austral de los dinosaurios


Diversos dinosauromorfos de fines del Triásico
Arte de Donna Braginetz

En 2017, durante la reexaminación del linaje de los dinosaurios, la evaluación de las relaciones filogenéticas de éstos con algunos de sus parientes más cercanos dio lugar a la hipótesis de que los dinosaurios se originaron en el hemisferio norte, contrario a lo que se había propuesto hasta entonces. No obstante, nuevos estudios publicados formalmente este año llevaron al cuestionamiento de dicha hipótesis y a determinar que ésta en realidad es poco probable de momento. Uno de esos estudios, realizado por un equipo encabezado por Júlio César A. Marsola se vale del muestreo de material fósil extraído durante los últimos 20 años y analiza los resultados comprando el registro fósil de las zonas geográficas de las que éste proviene. Sus resultados sugieren que no sólo los dinosaurios, sino los dinosauromorfos en general se originaron en el sur de Gondwana, donde la diversidad de éstos parecía ser mayor a finales del Triásico. Esto llevó a la conclusión de que el hemisferio Sur alberga el lugar ancestral de los dinosaurios y así lo sustenta un segundo estudio conducido por el equipo de investigación que en su tiempo sostuvo que los dinosaurios pudieron haberse originado en el hemisferio norte. Este estudio fue realizado utilizando un enfoque estadístico para examinar las relaciones filogenéticas de los primeros dinosaurios considerando no sólo la edad y la localidad de sus fósiles, sino también la conectividad de las zonas donde fueron encontrados teniendo en cuenta fenómenos como el movimiento de las placas tectónicas y los cambios en el nivel del mar en diferentes intervalos de tiempo. Los resultados arrojaron una alta probabilidad de que los dinosauromorfos y los dinosaurios propiamente dichos se hayan originado en el sur de lo que hoy es Sudamérica y que desde ahí hayan ido diseminándose por los demás continentes a medida que se lo posibilitaran los cambios tectónicos y del nivel del mar.

2. El fósil que nos insta a no quedarnos con la fachada

Foto y diagrama de una pata de enantiornita preservada en ámbar
Imágenes de Xing et al.

Desde hace unos años, las minas de ámbar de Birmania han provisto a la ciencia de fósiles excepcionales, como la cola de un coelurosaurio y un ave enantiornita entera de 99 millones de años de antigüedad preservadas en ámbar. El pasado 30 de enero, otro de estos fósiles fue descrito por un equipo internacional de paleontólogos encabezado por Lida Xing. Se trata de la pata trasera derecha de otra enantiornita preservada en un trozo de ámbar. Los investigadores reportan fracturas irregulares que sugieren que ésta ya se había roto antes de quedar atrapada en lo que entonces era resina fresca, por lo que teorizan que fue desprendida del resto del cuerpo por un animal carnívoro de mayor tamaño mientras se alimentaba del ejemplar, dejándola caer a la resina en el proceso. Sin embargo, lo que más resalta del fósil son sus características integumentarias, las cuales se conservaron en condiciones prístinas gracias a la resina que las ha cubierto durante todo el proceso de fosilización. Éstas indican que el plumaje de contorno se extendía a lo largo de los metatarsos y continuaba en el tercer y cuarto dedo hasta las uñas, mientras que el primer y segundo dedo estaban completamente cubiertos de retícula (las "escamas" que cubren las patas de las aves) con algunos filamentos simples sobresaliendo de ésta, los cuales son muy finos y apenas pueden apreciarse a simple vista en el fósil. Irónicamente, estos filamentos simples que sobresalen de la retícula suponen implicaciones macroscópicas. Y es que según señalan los investigadores, es probable que estructuras como estas sólo se pudiesen fosilizar en contextos excepcionales, como lo es propiamente el ámbar. Esto significa que encontrar piel de dinosaurio fosilizada compuesta mayormente por escamas reticuladas no se traduce automáticamente en la ausencia total de plumaje en el cuerpo del animal. Especialmente cuando se trata de uno proveniente de un linaje ancestralmente emplumado, reafirmando así la importancia de tener en cuenta factores como la tafonomía (todo lo que pasa con el cuerpo de un organismo una vez éste muere y las circunstancias en las que esto ocurre) a la hora de determinar cómo era su integumento en vida.

3. ¿Extinción súbita o paulatina?

Una biósfera próspera en la Norteamérica cretácica segundos antes de la caída del asteroide
Arte de Davide Bonadonna

Hace exactamente dos años, hablamos de un estudio realizado por un equipo internacional de geólogos encabezado por el Dr. Wolfgang Stinnesbeck en el que se presentaban pruebas que parecían reforzar la idea de que la extinción de los dinosaurios no avianos fue un fenómeno gradual y que para cuando el famoso asteroide que formó lo que hoy es el cráter de Chicxulub, éstos ya estaban experimentando un decaimiento. Sin embargo, el pasado 6 de marzo, un segundo equipo de investigación encabezado por Alessandro Chiarenza publicó un nuevo estudio donde se propone lo contrario, poniendo de manifiesto la versatilidad de la ciencia. Según este nuevo estudio, la razón por la que los fósiles de dinosaurios no avianos parecen ser más escasos en los sedimentos más cercanos al límite K-T (Cretácico-Terciario) es porque muchos de los potenciales yacimientos que datan de esta época no parecen haber contado con las condiciones más adecuadas para la fosilización, siendo muy pocas las localidades que propiciaron la preservación de los restos de sus antiguos habitantes una vez morían. Para llegar a esta conclusión, el equipo empleó modelos de nicho ecológico, los cuales permiten deducir las condiciones ambientales propicias para sustentar determinados ecosistemas en lugar de concentrarse sólo en localidades donde se han encontrado fósiles. Aplicando estos modelos a lo que hoy es Norteamérica, los investigadores pudieron hacer un mapa de dónde se daban estas condiciones en el continente y de cómo iban cambiando a lo largo del Cretácico tardío, descubriendo así que varios hábitats sustentables para determinados grupos de dinosaurios eran más comunes en el Maastrichtiense de lo que se pensaba, pero muchos de ellos se encontraban en áreas poco o nada propicias para la fosilización de los organismos que allí habitaban. Esto da paso a una reinterpretación del escenario al final del Mesozoico en la que cabe cuestionarse si el reinado de los dinosaurios verdaderamente estaba en declive o si continuó siendo próspero hasta la caída del asteroide.

4. Finalmente expuestos los dromaeosaurios y su garra no tan asesina

Un Deinonychus inmoviliza a su presa mientras la devora viva
Arte de Emily Willoughby

Desde hace medio siglo, la uña en el falange distal del segundo dedo de los dromeosaurios ha cautivado a muchos al ser representada en vida como un arma letal diseñada para tajar y destripar a sus víctimas, habiendo incluso sido llamada "la garra asesina" de forma coloquial. No obstante, la misma no había sido estudiada de manera exhaustiva hasta recientemente y en el proceso, se descubrió que ésta en realidad no era un arma tajante, sino punzante, lo que condujo a la realización de múltiples estudios que poco a poco fueron llevando a los expertos a reinterpretar su función. Mientras que inicialmente se concibió a los dromeosaurios como cazadores gregarios que se amotinaban contra presas que los superaban en tamaño utilizando sus garras retráctiles para perforar su piel y provocar que se desangraran, las nuevas investigaciones llevan a vislumbrar un escenario cada vez más distante de esta idea. El pasado 28 de agosto una de esas investigaciones, publicada por el paleobiólogo Peter J. Bishop, dio otro paso en la dirección opuesta a la interpretación original al utilizar un modelo músculo-esquelético digital de una pata de Deinonychus con el fin de estudiar la transmisión de fuerza de las patas a través de la punta de la garra, revelando que ésta no ejerce demasiada fuerza y no transmite una proporción significativa del peso corporal del animal, lo que contrasta con la teoría de que era utilizada para infringir un daño significativo a sus víctimas. No obstante, el estudio también indica que el animal podía ejercer más fuerza con la garra al asumir una postura agachada. Esto llevó a la conclusión de que los dromeosaurios utilizaban esta garra para inmovilizar animales más pequeños que ellos, lo que va a tono con el llamado "modelo de restricción de presa", según el cual estos dinosaurios empleaban estrategias de caza similares a las de las aves de rapiña de hoy, pudiendo haberse abalanzado contra presas de menor peso, utilizando sus garras y su peso corporal para impedir que éstas escaparan y valiéndose de sus alas para balancearse sobre ellas (en algunas ocasiones, mientras probablemente empezaban a comérselas vivas). Hay quien ha presentado objeción a esta idea teniendo en cuenta el fósil de Velociraptor implicado en combate contra un Protoceratops, sobre el cual los expertos se han estado planteando dudas durante los últimos años acerca de si verdaderamente se trata de un caso directo de depredación en vista a la falta de pruebas adicionales que sustenten que este sea el caso (se han encontrado múltiples fósiles bastante bien preservados de Protoceratops, pero ninguno aparte de éste muestra indicios de ataques provocados por un Velociraptor), lo que ha llevado a la consideración de otras posibilidades como que el Protoceratops estuviese protegiendo a su prole del Velociraptor o viceversa. Independientemente de cuál haya sido el escenario correcto, estudios como este nos proveen una imagen cada vez más precisa de los dromeosaurios y mientras más clara se hace la misma, más semejantes resultan ser éstos a sus parientes modernos, las aves rapaces, ratificando así el que solamos llamarlos "raptores".

5. La coloración de los dinosaurios podría dejar de ser un misterio en los próximos años

Diferentes esquemas de color propuestos para el Aquilops
Arte de Brian Engh

El pasado 19 de septiembre, un equipo internacional de paleontólogos encabezado por el Dr. Arindam Roy publicó un estudio en el que se proponen nuevas técnicas y el uso de tecnologías modernas para comprender mejor la coloración de diversos organismos fósiles. Investigaciones previas han podido ayudar a descifrar la coloración de sobre 30 animales extintos, incluyendo dinosaurios, como el Archaeopteryx y el Borealopelta, así como de algunos reptiles marinos del Mesozoico, como mosasaurios e ichtyosaurios. Esto, gracias al hallazgo e identificación de estructuras microscópicas presentes en el integumento fosilizado de estos animales llamadas melanosomas (debido a su contenido de melanina, un polímero responsable de la pigmentación encontrado en la piel, el pelo y las plumas de determinados animales). Sin embargo, poco más se ha podido descubrir fuera de ahí debido en gran parte a que los mismos no son fáciles de encontrar y de momento, no ha sido posible identificar ni analizar químicamente otros posibles orgánulos pigmentarios. La investigación de Roy y sus colegas busca cambiar eso al proponer un marco de estudio consistente en cuatro pasos no sólo para descifrar la coloración de organismos extintos, sino también para determinar qué rol jugaba ésta en su vida. El primer paso propuesto en el estudio es mapear la extensión conocida o sospechada de los pigmentos preservados en muestras de piel fosilizadas. El segundo consiste en buscar microestructuras pigmentarias utilizando microscopía electrónica. De no detectarse coloración a base de melanina, el tercer paso consistiría en utilizar técnicas de análisis químicos de alta gama para detectar biomarcadores de otros orgánulos pigmentarios. De identificarse con éxito orgánulos pigmentarios, se procedería al cuarto paso, el cual consiste en la utilización de colores y patrones reconstruidos para probar hipótesis relacionadas a la fisiología, ecología y comportamiento del animal. Es decir, identificar qué funciones jugaba el color del animal en su vida y en su entorno, tales como el potencial de que le sirviera para camuflarse o de que fuese una herramienta de comunicación visual. Este nuevo marco de estudio apunta a superar los desafíos que dificultaban descifrar la coloración de animales extintos y a recopilar más información de lo que se pensaba que era posible extraer al considerar rastros químicos de diferentes pigmentos, detalles anatómicos de los fósiles a pequeña y gran escala y el potencial de fosilización de diferentes orgánulos pigmentarios aparte de los melanosomas, sin mencionar que es aplicable a otros organismos fósiles además de los dinosaurios.

Fuentes:
  1. https://www.cambridge.org/core/journals/earth-and-environmental-science-transactions-of-royal-society-of-edinburgh/article/dynamic-biogeographic-models-and-dinosaur-origins/EB6646C8F473BF6353E429BEF32304A1
  2. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/pala.12411
  3. https://www.researchgate.net/publication/330732544_A_fully_feathered_enantiornithine_foot_and_wing_fragment_preserved_in_mid-Cretaceous_Burmese_amber
  4. http://theropoda.blogspot.com/2019/01/piedino-piumato-nellambra-vs-lo.html
  5. https://www.sciencedaily.com/releases/2019/03/190306081711.htm
  6. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6403247/
  7. https://peerj.com/articles/7577/
  8. https://www.youtube.com/watch?v=vNinGTKzsL0
  9. https://www.sciencedaily.com/releases/2019/09/190924101436.htm
  10. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/brv.12552

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