31 de diciembre de 2019

Las 5 "Dinoticias" más Relevantes del 2019

Una vez más, cerramos un año en el blog y quisiera hacerlo, como es mi costumbre, conmemorando cinco de los descubrimientos más impactantes del año en cuanto a paleontología de dinosaurios se refiere. Pero antes, enfatizo como siempre que las noticias alistadas a continuación fueron seleccionadas entre muchos otros descubrimientos igualmente interesantes e importantes para nuestro entendimiento sobre los dinosaurios y en vista a que no puedo cubrirlos todos en esta entrada, simplemente opto por centrarme en los cinco que me llamaron más la atención. Dicho esto, les exhorto a buscar información sobre otros grandes descubrimientos realizados en el 2019. Habiendo aclarado esto, comencemos.

1. Recobra fuerza la teoría del origen austral de los dinosaurios


Diversos dinosauromorfos de fines del Triásico
Arte de Donna Braginetz

En 2017, durante la reexaminación del linaje de los dinosaurios, la evaluación de las relaciones filogenéticas de éstos con algunos de sus parientes más cercanos dio lugar a la hipótesis de que los dinosaurios se originaron en el hemisferio norte, contrario a lo que se había propuesto hasta entonces. No obstante, nuevos estudios publicados formalmente este año llevaron al cuestionamiento de dicha hipótesis y a determinar que ésta en realidad es poco probable de momento. Uno de esos estudios, realizado por un equipo encabezado por Júlio César A. Marsola se vale del muestreo de material fósil extraído durante los últimos 20 años y analiza los resultados comprando el registro fósil de las zonas geográficas de las que éste proviene. Sus resultados sugieren que no sólo los dinosaurios, sino los dinosauromorfos en general se originaron en el sur de Gondwana, donde la diversidad de éstos parecía ser mayor a finales del Triásico. Esto llevó a la conclusión de que el hemisferio Sur alberga el lugar ancestral de los dinosaurios y así lo sustenta un segundo estudio conducido por el equipo de investigación que en su tiempo sostuvo que los dinosaurios pudieron haberse originado en el hemisferio norte. Este estudio fue realizado utilizando un enfoque estadístico para examinar las relaciones filogenéticas de los primeros dinosaurios considerando no sólo la edad y la localidad de sus fósiles, sino también la conectividad de las zonas donde fueron encontrados teniendo en cuenta fenómenos como el movimiento de las placas tectónicas y los cambios en el nivel del mar en diferentes intervalos de tiempo. Los resultados arrojaron una alta probabilidad de que los dinosauromorfos y los dinosaurios propiamente dichos se hayan originado en el sur de lo que hoy es Sudamérica y que desde ahí hayan ido diseminándose por los demás continentes a medida que se lo posibilitaran los cambios tectónicos y del nivel del mar.

2. El fósil que nos insta a no quedarnos con la fachada

Foto y diagrama de una pata de enantiornita preservada en ámbar
Imágenes de Xing et al.

Desde hace unos años, las minas de ámbar de Birmania han provisto a la ciencia de fósiles excepcionales, como la cola de un coelurosaurio y un ave enantiornita entera de 99 millones de años de antigüedad preservadas en ámbar. El pasado 30 de enero, otro de estos fósiles fue descrito por un equipo internacional de paleontólogos encabezado por Lida Xing. Se trata de la pata trasera derecha de otra enantiornita preservada en un trozo de ámbar. Los investigadores reportan fracturas irregulares que sugieren que ésta ya se había roto antes de quedar atrapada en lo que entonces era resina fresca, por lo que teorizan que fue desprendida del resto del cuerpo por un animal carnívoro de mayor tamaño mientras se alimentaba del ejemplar, dejándola caer a la resina en el proceso. Sin embargo, lo que más resalta del fósil son sus características integumentarias, las cuales se conservaron en condiciones prístinas gracias a la resina que las ha cubierto durante todo el proceso de fosilización. Éstas indican que el plumaje de contorno se extendía a lo largo de los metatarsos y continuaba en el tercer y cuarto dedo hasta las uñas, mientras que el primer y segundo dedo estaban completamente cubiertos de retícula (las "escamas" que cubren las patas de las aves) con algunos filamentos simples sobresaliendo de ésta, los cuales son muy finos y apenas pueden apreciarse a simple vista en el fósil. Irónicamente, estos filamentos simples que sobresalen de la retícula suponen implicaciones macroscópicas. Y es que según señalan los investigadores, es probable que estructuras como estas sólo se pudiesen fosilizar en contextos excepcionales, como lo es propiamente el ámbar. Esto significa que encontrar piel de dinosaurio fosilizada compuesta mayormente por escamas reticuladas no se traduce automáticamente en la ausencia total de plumaje en el cuerpo del animal. Especialmente cuando se trata de uno proveniente de un linaje ancestralmente emplumado, reafirmando así la importancia de tener en cuenta factores como la tafonomía (todo lo que pasa con el cuerpo de un organismo una vez éste muere y las circunstancias en las que esto ocurre) a la hora de determinar cómo era su integumento en vida.

3. ¿Extinción súbita o paulatina?

Una biósfera próspera en la Norteamérica cretácica segundos antes de la caída del asteroide
Arte de Davide Bonadonna

Hace exactamente dos años, hablamos de un estudio realizado por un equipo internacional de geólogos encabezado por el Dr. Wolfgang Stinnesbeck en el que se presentaban pruebas que parecían reforzar la idea de que la extinción de los dinosaurios no avianos fue un fenómeno gradual y que para cuando el famoso asteroide que formó lo que hoy es el cráter de Chicxulub, éstos ya estaban experimentando un decaimiento. Sin embargo, el pasado 6 de marzo, un segundo equipo de investigación encabezado por Alessandro Chiarenza publicó un nuevo estudio donde se propone lo contrario, poniendo de manifiesto la versatilidad de la ciencia. Según este nuevo estudio, la razón por la que los fósiles de dinosaurios no avianos parecen ser más escasos en los sedimentos más cercanos al límite K-T (Cretácico-Terciario) es porque muchos de los potenciales yacimientos que datan de esta época no parecen haber contado con las condiciones más adecuadas para la fosilización, siendo muy pocas las localidades que propiciaron la preservación de los restos de sus antiguos habitantes una vez morían. Para llegar a esta conclusión, el equipo empleó modelos de nicho ecológico, los cuales permiten deducir las condiciones ambientales propicias para sustentar determinados ecosistemas en lugar de concentrarse sólo en localidades donde se han encontrado fósiles. Aplicando estos modelos a lo que hoy es Norteamérica, los investigadores pudieron hacer un mapa de dónde se daban estas condiciones en el continente y de cómo iban cambiando a lo largo del Cretácico tardío, descubriendo así que varios hábitats sustentables para determinados grupos de dinosaurios eran más comunes en el Maastrichtiense de lo que se pensaba, pero muchos de ellos se encontraban en áreas poco o nada propicias para la fosilización de los organismos que allí habitaban. Esto da paso a una reinterpretación del escenario al final del Mesozoico en la que cabe cuestionarse si el reinado de los dinosaurios verdaderamente estaba en declive o si continuó siendo próspero hasta la caída del asteroide.

4. Finalmente expuestos los dromaeosaurios y su garra no tan asesina

Un Deinonychus inmoviliza a su presa mientras la devora viva
Arte de Emily Willoughby

Desde hace medio siglo, la uña en el falange distal del segundo dedo de los dromeosaurios ha cautivado a muchos al ser representada en vida como un arma letal diseñada para tajar y destripar a sus víctimas, habiendo incluso sido llamada "la garra asesina" de forma coloquial. No obstante, la misma no había sido estudiada de manera exhaustiva hasta recientemente y en el proceso, se descubrió que ésta en realidad no era un arma tajante, sino punzante, lo que condujo a la realización de múltiples estudios que poco a poco fueron llevando a los expertos a reinterpretar su función. Mientras que inicialmente se concibió a los dromeosaurios como cazadores gregarios que se amotinaban contra presas que los superaban en tamaño utilizando sus garras retráctiles para perforar su piel y provocar que se desangraran, las nuevas investigaciones llevan a vislumbrar un escenario cada vez más distante de esta idea. El pasado 28 de agosto una de esas investigaciones, publicada por el paleobiólogo Peter J. Bishop, dio otro paso en la dirección opuesta a la interpretación original al utilizar un modelo músculo-esquelético digital de una pata de Deinonychus con el fin de estudiar la transmisión de fuerza de las patas a través de la punta de la garra, revelando que ésta no ejerce demasiada fuerza y no transmite una proporción significativa del peso corporal del animal, lo que contrasta con la teoría de que era utilizada para infringir un daño significativo a sus víctimas. No obstante, el estudio también indica que el animal podía ejercer más fuerza con la garra al asumir una postura agachada. Esto llevó a la conclusión de que los dromeosaurios utilizaban esta garra para inmovilizar animales más pequeños que ellos, lo que va a tono con el llamado "modelo de restricción de presa", según el cual estos dinosaurios empleaban estrategias de caza similares a las de las aves de rapiña de hoy, pudiendo haberse abalanzado contra presas de menor peso, utilizando sus garras y su peso corporal para impedir que éstas escaparan y valiéndose de sus alas para balancearse sobre ellas (en algunas ocasiones, mientras probablemente empezaban a comérselas vivas). Hay quien ha presentado objeción a esta idea teniendo en cuenta el fósil de Velociraptor implicado en combate contra un Protoceratops, sobre el cual los expertos se han estado planteando dudas durante los últimos años acerca de si verdaderamente se trata de un caso directo de depredación en vista a la falta de pruebas adicionales que sustenten que este sea el caso (se han encontrado múltiples fósiles bastante bien preservados de Protoceratops, pero ninguno aparte de éste muestra indicios de ataques provocados por un Velociraptor), lo que ha llevado a la consideración de otras posibilidades como que el Protoceratops estuviese protegiendo a su prole del Velociraptor o viceversa. Independientemente de cuál haya sido el escenario correcto, estudios como este nos proveen una imagen cada vez más precisa de los dromeosaurios y mientras más clara se hace la misma, más semejantes resultan ser éstos a sus parientes modernos, las aves rapaces, ratificando así el que solamos llamarlos "raptores".

5. La coloración de los dinosaurios podría dejar de ser un misterio en los próximos años

Diferentes esquemas de color propuestos para el Aquilops
Arte de Brian Engh

El pasado 19 de septiembre, un equipo internacional de paleontólogos encabezado por el Dr. Arindam Roy publicó un estudio en el que se proponen nuevas técnicas y el uso de tecnologías modernas para comprender mejor la coloración de diversos organismos fósiles. Investigaciones previas han podido ayudar a descifrar la coloración de sobre 30 animales extintos, incluyendo dinosaurios, como el Archaeopteryx y el Borealopelta, así como de algunos reptiles marinos del Mesozoico, como mosasaurios e ichtyosaurios. Esto, gracias al hallazgo e identificación de estructuras microscópicas presentes en el integumento fosilizado de estos animales llamadas melanosomas (debido a su contenido de melanina, un polímero responsable de la pigmentación encontrado en la piel, el pelo y las plumas de determinados animales). Sin embargo, poco más se ha podido descubrir fuera de ahí debido en gran parte a que los mismos no son fáciles de encontrar y de momento, no ha sido posible identificar ni analizar químicamente otros posibles orgánulos pigmentarios. La investigación de Roy y sus colegas busca cambiar eso al proponer un marco de estudio consistente en cuatro pasos no sólo para descifrar la coloración de organismos extintos, sino también para determinar qué rol jugaba ésta en su vida. El primer paso propuesto en el estudio es mapear la extensión conocida o sospechada de los pigmentos preservados en muestras de piel fosilizadas. El segundo consiste en buscar microestructuras pigmentarias utilizando microscopía electrónica. De no detectarse coloración a base de melanina, el tercer paso consistiría en utilizar técnicas de análisis químicos de alta gama para detectar biomarcadores de otros orgánulos pigmentarios. De identificarse con éxito orgánulos pigmentarios, se procedería al cuarto paso, el cual consiste en la utilización de colores y patrones reconstruidos para probar hipótesis relacionadas a la fisiología, ecología y comportamiento del animal. Es decir, identificar qué funciones jugaba el color del animal en su vida y en su entorno, tales como el potencial de que le sirviera para camuflarse o de que fuese una herramienta de comunicación visual. Este nuevo marco de estudio apunta a superar los desafíos que dificultaban descifrar la coloración de animales extintos y a recopilar más información de lo que se pensaba que era posible extraer al considerar rastros químicos de diferentes pigmentos, detalles anatómicos de los fósiles a pequeña y gran escala y el potencial de fosilización de diferentes orgánulos pigmentarios aparte de los melanosomas, sin mencionar que es aplicable a otros organismos fósiles además de los dinosaurios.

Fuentes:
  1. https://www.cambridge.org/core/journals/earth-and-environmental-science-transactions-of-royal-society-of-edinburgh/article/dynamic-biogeographic-models-and-dinosaur-origins/EB6646C8F473BF6353E429BEF32304A1
  2. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/pala.12411
  3. https://www.researchgate.net/publication/330732544_A_fully_feathered_enantiornithine_foot_and_wing_fragment_preserved_in_mid-Cretaceous_Burmese_amber
  4. http://theropoda.blogspot.com/2019/01/piedino-piumato-nellambra-vs-lo.html
  5. https://www.sciencedaily.com/releases/2019/03/190306081711.htm
  6. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6403247/
  7. https://peerj.com/articles/7577/
  8. https://www.youtube.com/watch?v=vNinGTKzsL0
  9. https://www.sciencedaily.com/releases/2019/09/190924101436.htm
  10. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/brv.12552

27 de noviembre de 2019

Dinosaurios Fantásticos y Dónde Encontrarlos - Parte 4: Formación Wessex

En la primera entrada de esta serie, exploramos la formación del Ischigualasto en Argentina, la cual algunos llaman "La Cuna de los Dinosaurios". Esta vez, viajaremos a la cuna de la paleontología como ciencia: Inglaterra. Específicamente, exploraremos la Formación Wessex, tierra que de acuerdo a los estudios estratigráficos, data de 145 a 125 millones de años de antigüedad, habiendo así sido testigo en su tiempo de cómo los dinosaurios continuaban definiendo su éxito y adaptabilidad más de 85 millones de años después de su surgimiento al haber entrado en la etapa cretácica, la cual supuso numerosos cambios ecológicos que parecieron catalizar la diversificación de estos animales. No obstante, es de tener en cuenta que la misma cuenta con diferentes niveles de estratos, por lo que mucha de la flora y la fauna fósil ahí encontrada bien pudo no haber sido contemporánea. Aún así, análisis geoquímicos sugieren que esta región mantuvo un clima subtropical poco variable durante las diferentes etapas del cretácico temprano, siendo probablemente una región húmeda y pantanosa en aquellos entonces. Algunos de los dinosaurios aquí encontrados incluyen:

Aristosuchus
Arte de Michael B. H.

Un posible compsognátido de pequeño tamaño (aunque relativamente grande en comparación con la mayoría de los miembros de esta familia) conocido por escaso material postcraneal. Probablemente se alimentaba de carroña y de vertebrados pequeños y escurridizos, incluyendo peces y mamíferos primitivos.

Baryonyx
Arte de Robinson Kuns y Rebecca Slater

Un espinosáurido de mediano tamaño conocido por restos de varios individuos. Algunos de sus fósiles parecen mostrar indicios de adaptaciones a un estilo de vida semiacuático, lo cual es reforzado por el descubrimiento de fósiles de peces digeridos en el área estomacal del holotipo (el espécimen utilizado para describir y nombrar a la especie), siendo probable que se mantuviera constantemente cerca de los cuerpos de agua y que una parte importante de su alimentación consistiese en fauna acuática, aunque el hallazgo de huesos de dinosaurios ornitisquios en el área estomacal del mismo espécimen sugiere que su dieta no era exclusivamente piscívora.

Calamosaurus
 Arte de Ashley Patch

Al igual que el Aristosuchus, es posiblemente un compsognátido, aunque de mayor tamaño. No obstante, el material disponible es muy escaso, lo que ha dificultado clasificarlo con precisión, habiendo quien cuestiona si en verdad se trata de un terópodo. Sin embargo, de ser correcta su clasificación como un compsognátido, lo más probable es que fuese un depredador ágil y que cazara animales más pequeños que él, aparte de alimentarse de las sobras de presas de otros depredadores más grandes cuando tuviera la oportunidad.

Calamospondylus
Arte de Katarena Darpole

Un terópodo coelurosauriano de pequeño tamaño. Algunos paleontólogos actualmente piensan que es un oviraptorosaurio basal, aunque debido a la escasez de material, su clasificación ha sido objeto de polémica desde hace varios años y hay quien sugiere que podría tratarse de un compsognátido o incluso, de un espécimen de Aristosuchus o de Calamosaurus (pese a que algunos expertos señalan que los restos de Calamospondylus parecen indicar que se trata de un género separado). Siendo un carnívoro pequeño, es probable que se haya alimentado de animales aún más pequeños que él y que fuese un oportunista que aprovechara los restos dejados por otros depredadores.

Chondrosteosaurus
Arte de Jack Wood

Un saurópodo de afinidades desconocidas del que sólo se ha encontrado un par de vértebras cervicales. Su tamaño exacto es desconocido, aunque algunas reconstrucciones basadas en la idea de que se trate de un macronario (fundamentadas en la premisa de que este parecía ser el grupo de saurópodos más común en esas circunstancias) indican que no parecía diferir mucho en tamaño con un elefante actual (aunque cabe tener en cuenta que aún de ser correctas estas estimaciones, podría tratarse de un ejemplar sub-adulto).

Eotyrannus
Arte de Gabriel Ugueto

Un tiranosauroide primitivo de pequeño tamaño conocido por un esqueleto parcial perteneciente a un espécimen sub-adulto (aunque dientes aislados atribuidos al género pudieron haber pertenecido a un ejemplar adulto, con una longitud cercana a los 6 metros). El material disponible sugiere que se trataba de un animal bastante ágil, siendo probable que se especializara en cazar presas formidablemente adaptadas para correr.

Eucamerotus
Arte de Cisiopurple de Deviantart

Un saurópodo posiblemente titanosauriforme conocido por poco material postcraneal. Los pocos fósiles encontrados indican que era de mediano tamaño para los estándares de un saurópodo, siendo posible que se alimentara de vegetación relativamente alta.

Hypsilophodon
Arte de Jack Wood

Un ornitisquio pequeño conocido por múltiples especímenes, algunos de ellos, bien preservados. Usualmente es considerado un ornitópodo, aunque recientemente se ha sugerido que pudo haber pertenecido a un grupo hermano de los cerápodos (linaje del que derivan los ornitópodos y los marginocéfalos, como el Pachycephalosaurus y el Triceratops). Probablemente se alimentaba de vegetación baja y sus fósiles indican que pudo haber sido un corredor ágil, lo cual pudo haberle brindado una ventaja a la hora de evadir ataques de los depredadores.

Iguanodon
Arte de Raul Martin

Un iguanodóntido de gran tamaño conocido por múltiples especímenes en diferentes etapas ontogénicas (se han encontrado fósiles de individuos adultos y sub-adultos) y estados de preservación, el cual destaca por ser el primer dinosaurio no aviano herbívoro descubierto. Es posible que fuese un bípedo facultativo, pudiendo pararse y moverse utilizando sus cuatro patas y ocasionalmente, sólo sus patas traseras. Esto probablemente le ayudaba a alimentarse tanto de vegetación baja como de árboles de mediana altura.

Iuticosaurus
Arte de Satoshi Kawasaki

Un saurópodo conocido por tres vértebras de la cola incompletas, aunque suficientes para indicar que se trataba de un animal relativamente grande (probablemente, rondando entre los 15 y los 20 metros de largo). Debido a la escasez de material, su clasificación es complicada y algunos paleontólogos incluso cuestionan si en verdad debería ser tratado como un género válido. Como saurópodo medianamente grande, es probable que se alimentara de las hojas de árboles no muy altos.

Mantellisaurus
Arte de Jack Wood

Un iguanodóntido de mediano tamaño conocido por múltiples ejemplares, estando algunos de ellos bastante completos. Su anatomía es bastante similar a la del Iguanodon (tanto, que hasta hace poco se pensó que pertenecía al mismo género), aunque resalta por presentar extremidades delanteras más cortas. Era probablemente un bípedo facultativo, pudiendo pasar la mayor parte del tiempo apoyándose sobre sus cuatro patas, aunque es posible que corriera dependiendo sólo de sus patas traseras. Probablemente se alimentaba de vegetación baja y árboles de altura mediana.

Neovenator
Arte de Fred Wierum

Un allosauroide neovenatórido de gran tamaño conocido por material correspondiente a cerca de un 70% del esqueleto. Era probablemente un depredador generalista y la forma en que está estructurado su esqueleto sugiere que era un animal relativamente ágil, lo que le habría ayudado a cazar presas rápidas.

Polacanthus
Imagen del Institut Català de Paleontología Miquel Crusafont

Un nodosáurido de mediano tamaño conocido por material postcraneal. Probablemente se alimentaba de vegetación baja y al contar con una armadura ósea sobre la pelvis complementada con púas que se extendían por su lomo, es posible que tuviese pocos depredadores naturales.

Oplosaurus 
Paleontografía extraída de Paleofile.com

Un saurópodo macronario conocido sólo por un diente. No ha sido posible determinar de qué tipo de macronario se trata, pero las dimensiones del diente sugieren que era un animal de gran tamaño, siendo posible que se alimentara de árboles altos y que tuviera pocos o ningún depredador natural una vez alcanzaba su tamaño adulto.

Ornithopsis
Arte de Cisiopurple de Deviantart

Un saurópodo conocido por restos vertebrales fragmentarios cuya forma sugiere que pudo haberse tratado de un titanosauriforme. Es posible que alcanzara una longitud circulante entre los 10 y 15 metros, aunque es difícil determinarlo con precisión. No obstante, de ser correctas estas estimaciones, es probable que se alimentara de árboles de mediana altura.

Ornithodesmus
Imagen extraída de dinopedia.fandom.com

Un terópodo de pequeño tamaño conocido sólo por una serie de vértebras que han llevado a clasificarlo tentativamente como un dromeosáurido (aunque inicialmente se pensó que el material pertenecía a un género de pterosaurio hoy conocido como Istiodactylus). Pese a que aún existe controversia en cuanto a sus afinidades, de tratarse efectivamente de un dromeosaurio, es probable que fuese un depredador ágil adaptado para cazar presas de menor tamaño.

Thecocoelurus
Imagen de AlternatePrehistory de Deviantart

Un terópodo de pequeño tamaño y de afinidades inciertas conocido por una vértebra fragmentaria del cuello y algunos escasos restos asociados igualmente fragmentarios. La mayoría de los expertos coincide en que se trata de un coelurosaurio, con algunos considerando que pudo haber sido un ornithomimosaurio (siendo ésta hasta ahora la posibilidad más reconocida), otros, un oviraptorosaurio y otros, un therizinosaurio. De ser correcta algunas de estas alternativas, es posible que fuese un animal omnívoro.

Valdoraptor
Arte de Ashley Patch

Un terópodo conocido únicamente por metatarsos (huesos de los dedos) de una de sus patas traseras. La escasez de material ha dificultado una clasificación precisa, mas hay quien sugiere a partir de lo perceptible en el material encontrado que podría tratarse de un ornithomimosaurio primitivo, con algunos incluso proponiendo que podría ser otro ejemplar de Thecocoelurus.

Valdosaurus
Arte de Jack Wood

Un dryosáurido de pequeño tamaño (aunque relativamente grande para los estándares de un dryosaurio) conocido por material postcraneal. Probablemente se alimentaba de vegetación baja y era posiblemente un corredor veloz, lo que le habría facilitado huir de los depredadores.

Yaverlandia 
Arte de Cisiopurple de Deviantart

Siendo conocido sólo por fragmentos del cráneo, antiguamente era considerado un paquicefalosáurido primitivo, aunque estudios recientes sugieren que en realidad pudo haberse tratado de un terópodo, posiblemente maniraptor. En vista a la escasez de material, su clasificación ha sido dificultosa, como también lo ha sido teorizar sobre su estilo de vida.

Asimismo, se han encontrado fósiles de dinosaurios que aún están por ser descritos, entre éstos:

-Un posible braquiosáurido de gran tamaño apodado "Angloposeidon" (cabe mencionar que este no es el nombre científico dado al animal, sino un sustituto utilizado mientras recibe un nombre formal), conocido por un fémur, una vértebra cervical y parte de un húmero (pertenecientes a tres especímenes distintos, con cada hueso correspondiendo a un espécimen). De ser efectivamente un braquiosaurio, es probable que se alimentara de vegetación alta y de haber alcanzado o superado los 20 metros de largo, como indican algunos estimados, es posible que no tuviera depredadores naturales una vez alcanzaba la adultez.

-Un posible rebbachisáurido de pequeño tamaño conocido por una escápula incompleta y una vértebra de la cola (probablemente pertenecientes a dos especímenes distintos) un tanto similares a los del Nigersaurus. De haber estado efectivamente emparentado con éste, es probable que se alimentara de vegetación blanda.

El posible rebbachisáurido con un "Angloposeidon" en el fondo
Arte de Mark Witton

-Un posible terópodo tetanuro conocido por partes de un fémur y de un pubis que parecen indicar que pertenecían a un animal de mediano tamaño, aunque la complexión de los huesos sugiere que se trataba de un individuo sub-adulto, pudiendo haber sido un depredador de gran tamaño una vez culminado su desarrollo.

Imagen de Benson et al., 2009 

-Un posible dromeosáurido velociraptorino de gran tamaño conocido por un puñado de dientes, los cuales sugieren que se trataba de un animal similar en tamaño al Utahraptor de Norteamérica.

Imagen de news.bbc.co.uk

Pese a que los dinosaurios parecían ser el grupo dominante en tierra, el registro fósil indica que la formación Wessex también constituyó el hábitat de una amplia diversidad de mamíferos primitivos, pterosaurios, cocodrilomorfos, peces e invertebrados.

20 de octubre de 2019

El Movimiento Feathernazi

Una vez más, es octubre, mes en que mucha gente celebra todo lo que tiene que ver con lo atroz y terrorífico y como vimos el año pasado, la cultura dinofriki no está exenta de este tipo de tendencias. Sin embargo, cabe mencionar que el terror tiende a tomar diferentes formas. Bien puede manifestarse a través de seres salvajes y despiadados, equipados con filosos dientes y garras y que rugen ferozmente mientras se preparan para devorar a su próxima víctima de la manera más brutal imaginable, pero la historia nos ha enseñado que también suele manifestarse de una manera menos grotesca. De hecho, hay quien dice que los verdaderos monstruos tienen rostro humano y así lo ejemplifica el movimiento nazi, un régimen extremista y elitista impulsado por Adolf Hitler en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, conocido por su militarismo genocida y por cobrar la vida de alrededor de 6 millones de personas. Muchos creen que el nazismo murió con Adolf Hitler en 1945, pero la realidad es que aún persiste, usualmente camuflado o disfrazado en movimientos no tan turbulentos como entonces, aunque cimentados en las mismas raíces extremistas que lo originaron, las cuales siguen propagándose y han logrado extenderse incluso hasta la cultura dinofriki, con una de sus facciones en particular declarando la supremacía sobre casi todas las demás, facción curiosamente conocida como... los feathernazis.


Ahora bien, como hice con la entrada dedicada a la cultura awesomebro, quiero dejar claro que la intención aquí no es atacar ni condenar el movimiento feathernazi (de hecho, más adelante en la entrada, se resaltan algunos aspectos positivos del mismo), de modo que si me permiten hacer un resumen de mi párrafo aclaratorio en dicha entrada, el punto es crear conciencia de que hay diferentes percepciones y opiniones sobre los dinosaurios y la vida prehistórica en general y cada cual tiene las suyas, cosa que se respeta, pero hay que cuidarse de no llevar esas percepciones a los extremos, que son el verdadero problema aquí, pues éstos sólo tienden a impedirnos ver más allá de lo que procesa nuestra cabeza, aparte de acarrear consigo toxicidad al privarnos de dar a quien piense diferente el respeto que merece. Procuremos por tanto tener una mente abierta si en verdad deseamos disfrutar al máximo la belleza de nuestro tan diverso mundo.

Habiendo aclarado eso, ¿qué es un feathernazi?
                                                                    
En términos resumidos, un feathernazi es una persona que sostiene que la manera estándar de representar a los dinosaurios y especialmente a los terópodos (que tratándose del linaje que dio origen a las aves, es el que más probabilidades tiene de haber tenido un integumento principalmente filamentoso) en el mundo del arte y de los medios debe ser normativamente con plumas, presentando una ferviente oposición a aquellas representaciones que no cumplen con esta condición. De ahí su nombre ("feather" significa "pluma" en inglés y "nazi" obviamente alude al nazismo, aunque deriva más directamente del término "grammar nazi", que hace referencia a aquellas personas estrictas con la correcta utilización del lenguaje escrito).

Arriba a la izquierda: Arte de Gabriel Ugueto; Arriba a la derecha: Imagen modificada de canalhistoria.es
Abajo a la izquierda: Arte de Sebastian Smith; Abajo a la derecha: Imagen modificada de viptypology.wordpress.com

Cabe mencionar, sin embargo, que por arbitrario que parezca este razonamiento, el mismo parte de una base lógica, la cual consiste en el hecho de que se han encontrado estructuras filamentosas (plumas y protoplumas) en varios linajes de dinosaurios; no sólo en el que dio origen a las aves (los terópodos coelurosaurianos), sino también incluso en algunas ramificaciones del grupo de los ornitisquios y como se publicó recientemente, tal parece que las picnofibras de los pterosaurios se tratan en realidad de una variante de plumaje. Bajo la premisa del horquillado filogenético, la explicación más razonable para la posesión común de una característica tan compleja como las plumas en miembros de diferentes linajes es que la misma haya surgido por primera vez en un ancestro que estos organismos alguna vez compartieron antes de tomar caminos evolutivos separados, abriendo paso a la posibilidad de que todos los descendientes de dicho ser heredaran este rasgo. Sin embargo, no son raros los casos en los que un rasgo ancestral se modifica o simplemente, desaparece a medida que la evolución progresa (ejemplo de esto es la cola en los primates hominoides, como nosotros) y cabe mencionar que de haber sido cierto que los dinosaurios son ancestralmente emplumados, el propio registro fósil parece indicar que muchos fueron perdiendo el integumento filamentoso y recubriéndose con uno escamoso a medida que iban evolucionando. Esto, sin embargo no descarta la posibilidad de que varios de ellos hayan conservado algún tipo de plumaje, aunque fuese de manera vestigial, como ocurre con el pelo en los elefantes, hipopótamos e incluso, en algunas ballenas. Es por esto que considerar la posibilidad de que todos los dinosaurios tuviesen alguna forma de plumaje no es tan descabellada como puede parecer, pero como ocurre con el razonamiento awesomebro, no hay que llevar esto al extremo. Lo importante es analizarla como la posibilidad que es en lugar de tratarla como un hecho, aparte de tener en cuenta los límites de lo plausible.

Un error común es asumir que los feathernazis en general imaginan a todos los dinosaurios con un integumento homogéneamente aviano, lo cual no es del todo cierto. Considerar la posibilidad de que todos los dinosaurios tuviesen plumas no necesariamente implica considerar que todas las especies tuviesen una capa de plumaje compleja. Por ejemplo, a la hora de promover la precisión y el rigor científico, ilustrar un Triceratops con filamentos en el lomo y en la cola es aceptable, aparte de que tiene su base lógica, pero ilustrar uno envuelto en un abrigo de plumas ya es algo exagerado, incluso para los feathernazis más estrictos.
Arriba (a la derecha): Arte de Guido Kuip; Abajo (a la derecha): Arte de Nobu Tamura
Izquierda (arriba y abajo): Imagen de imgflip.com (originaria del video musical "Hotline Bling", del cantante Drake)

Esto es aplicable en todos los aspectos de la interpretación de información paleontológica, pero con mayor rigor en el mundo del paleoarte, donde tienen lugar nuestras ideas e interpretaciones más cercanas a cómo eran los dinosaurios en vida y donde a su vez, los feathernazis tienden a sobresalir por auspiciar representaciones de dinosaurios (sobre todo, terópodos) con plumas y detractar obras en las que éstos son representados sin ningún indicio de ellas, en algunos casos pudiendo llegar a ser muy hostiles con quien opine diferente a ellos y procurando imponer su punto de vista bajo el pretexto de que está respaldado científicamente y apoyado por evidencia, aunque no siempre sea cierto, a lo que cabe agregar que en muchas ocasiones, se muestran poco tolerantes a la especulación y a las libertades artísticas, aunque tendiendo a hacer excepciones cuando se trata de reconstrucciones de dinosaurios con estructuras filamentosas de algún tipo. Quizá el ejemplo más notorio es lo ocurrido tras la reciente publicación de parches de piel de Tyrannosaurus rex con indicios de integumento escamoso, con lo que algunos paleoartistas, luego de un período de tiempo considerable de tender a reconstruir a esta especie con una capa compleja de plumaje, empezaron a representarla sin plumas, ante lo que muchos feathernazis han estado presentando objeción desde entonces, sosteniendo que el T. rex, como coelurosaurio (linaje que alberga a todos los terópodos con evidencia directa de plumaje, incluyendo a las aves), definitivamente debió haber tenido plumas y reflejando así una tendencia más inclinada al pensamiento deseoso que al pensamiento científico. Si bien es cierto que las estructuras apreciables en estos parches se asemejan a la retícula de las aves más que a las escamas de los reptiles y que el T. rex proviene de un linaje ancestralmente emplumado, el hecho es que el material encontrado hasta la fecha no presenta signos obvios de plumaje y todo lo que éste ha demostrado es que el integumento de los tiranosáuridos (la familia a la que pertenece el T. rex) resultó ser más difícil de interpretar de lo que se pensaba hasta entonces, lo cual dificulta llegar a una conclusión concreta. De modo que a la hora de crear una obra de paleoarte, representar al Tiranosaurio sin plumas es tan válido como representarlo con ellas (siempre y cuando el integumento escamoso sea consistente con lo apreciable en el material encontrado y el plumaje no sea excesivo), pues lo cierto es que el asunto es aún objeto de debate en la comunidad científica y a falta de un consenso y de pruebas conclusivas, las posibilidades son numerosas. Es decir, el T. rex pudo haber tenido una capa de plumas limitada sólo a algunas partes del cuerpo o pudo haber contado con un plumaje demasiado simple y frágil como para tolerar los procesos tafonómicos (todo lo ocurrido a su cuerpo luego de su muerte) y de fosilización en las circunstancias en la que éstos ocurrieron, como también pudo haber tenido filamentos vestigiales casi imperceptibles o simplemente haber carecido de plumas por completo. No obstante, para la mayoría de los feathernazis, es prácticamente imposible que el T. rex haya carecido de plumas y se les suele dificultar considerar un "No" o tan siquiera un "Tal vez" (que sería lo más razonable de momento) como respuesta y como es de esperarse de aquellos con una mentalidad extremista, suelen apoyar a los expertos cuyo trabajo ofrece fundamentos para sus opiniones y desconsiderar o incluso tachar como erróneo el trabajo de aquellos cuyas observaciones no coinciden con su punto de vista, lo cual no los diferencia mucho de los seguidores de la postura awesomebro, cosa que resulta irónica cuando se tiene en cuenta que para presumir de apoyarse en la ciencia y decir avalarla, al centrarse en validar su opinión, cierran su mente a otras posibilidades, asumiendo un modo de pensar contrastante con el de la ciencia.

Actualmente es difícil determinar con precisión cómo era el integumento del Tyrannosaurus rex en vida, siendo posible que haya tenido algún tipo de plumaje, como también lo es que haya carecido de él, mas para los feathernazis extremistas, esta última posibilidad parece ser inconcebible (así como para los awesomebros extremistas tiende a ocurrir lo opuesto).
De arriba a abajo: Modelo de Tyrannosaurus rex del videojuego Saurian (versión de 2015); Imagen de Adolf Hitler extraída de meme-arsenal.com; Modelo de Tyrannosaurus rex del videojuego Saurian (versión de 2018); Imagen extraída de publimetro.com (originaria del filme "Der Untergang") 

Cabe reiterar que desde luego, no hay nada de malo con considerar la posibilidad de que algunas especies de dinosaurios de las que no se ha encontrado evidencia directa de plumaje pudieron haberlo tenido en mayor o menor grado (siendo esto especialmente válido cuando se trata de coelurosaurios, como el T. rex) ni con querer ver representaciones artísticas afines con esa idea, pero una vez más, hay que cuidarse de los extremos y entender que hasta no haber pruebas conclusivas (entiéndase, evidencia directa, como por ejemplo, en el caso del Velociraptor o evidencia indirecta, como ocurre con el Deinonychus, del que no se ha encontrado material integumentario, pero tratándose de un coelurosaurio paraviano, es muy probable, o se podría decir incluso, casi seguro, que tuviese un plumaje bastante similar al de las aves), todo queda en el terreno de las posibilidades (esto, por supuesto, no significa que algo es cierto o falso hasta que se demuestre lo contrario, sino que, como cita el famoso aforismo, "la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia", lo que abre paso a la consideración de más de una posibilidad), por lo que al momento de hacer una reconstrucción en vida de una de estas criaturas, un paleoartista está en todo su derecho de representarlas según lo dicte su creatividad, sea con plumas o sin ellas (aunque siempre procurando ser consistente con el material disponible y la información más reciente) y no por esto está necesariamente en un error. O al menos, no hasta que surjan pruebas de que la realidad era otra. Después de todo, no hay que olvidar que el paleoarte es fundamentalmente retroactivo y una reconstrucción puede quedar desactualizada con posteriores descubrimientos paleontológicos. Dicho esto, una cosa es promover la precisión científica en el ámbito del paleoarte, donde se pretende ser fiel (o al menos, cercano) a la realidad, y otra muy distinta es hacerlo en un trabajo de ficción. Desde luego que no está mal auspiciar la integración de dinosaurios emplumados en el mundo mediático, donde es cierto que no suelen brillar mucho, pero hay que recordar y reconocer que no toda representación artística de un organismo prehistórico es paleoarte y no necesariamente pretende presentar una imagen fiel a los conocimientos científicos. Mucho menos, cuando se trata de un proyecto de ficción. Quizá el ejemplo más notorio es la franquicia de Jurassic Park, más que nada por ser la propiedad tematizada en dinosaurios más popular en el mundo moderno. Si bien es cierto que la franquicia ha sido lenta en introducir dinosaurios con plumas (y una imagen más actualizada y científicamente precisa de los dinosaurios en general, manteniendo diseños desactualizados para los estándares de hoy), limitándose a hacerlo en derivados de sus producciones principales, como videojuegos y comics, hay que recordar que es esencialmente ficción y todo lo que hace es con el mero propósito de entretener y no necesariamente de educar, por lo que el realismo en este caso pasa a un plano secundario (no es que no sea importante ni que deba ser ignorado por completo, pero no necesariamente debe tomarse como un elemento prioritario o un medidor de calidad). Si bien es cierto que la primera película fue pionera en introducir al público a la entonces nueva imagen que la ciencia estaba revelando de estos animales en el llamado "Renacimiento de los Dinosaurios", su fin nunca fue educar al público sobre paleontología. De modo que tampoco hay que llegar al extremo de demeritarla por sus inconsistencias científicas, como lo hacen los feathernazis más extremistas, que incluso pese haber sido producida a principios de la década de 1990, critican la falta de dinosaurios emplumados bajo premisas como que el Archaeopteryx se conoce desde el Siglo XIX o que la relación entre dinosaurios avianos y no avianos se exploraba ya desde la década de 1970 y que por ende, la película no tenía excusas para omitir el concepto de dinosaurios con plumas, pareciendo olvidar o ignorar que la relación entre las aves y los dinosaurios no avianos no vino a ser tan comprendida hasta finales de los años 90 (si bien es cierto que se estudiaba desde los años 70, no se indagó tanto en ella hasta que la recuperación de más fósiles permitió la realización de estudios más minuciosos sobre la biología y la evolución de los dinosaurios a mediados de los años 90, permitiendo concluir el debate sobre si las aves eran efectivamente dinosaurios y no un linaje hermano de éstos) y que la ciencia (en este caso, la paleontología) no es inmutable, sino progresiva. Si esto ya parece un tanto exagerado, cabe agregar que algunos de los feathernazis más fervientes incluso llegan a criticar caricaturas y otros tipos de contenido que de por sí no pretenden ser tomados en serio y utilizar la rigurosidad científica como una medida de la calidad del producto, lo cual ya es algo extremista, especialmente cuando se trata de contenido no esencialmente relacionado a los dinosaurios.

Si bien es comprensible el deseo de ver dinosaurios representados de una forma realista y no tan tergiversada, utilizar la aplicación o la falta de rigor científico para contrastar la calidad de una franquicia sobre tortugas humanoides que practican artes marciales con relación a una sobre un adolescente que adquiere superpoderes tras ser picado por una araña bioquímicamente alterada tiene tanto sentido como cuestionar representaciones de unicornios con alas en la franquicia de "My Little Pony" porque los équidos no tienen tal característica.
 Imagen extraída de memecenter.com

Desde luego, también se da el caso de que una parte del público suele no ir más allá de lo que ve en los medios o incluso de mostrarse reacia a la idea de que algunos dinosaurios en realidad tuvieron plumas, como también hay casos en los que artistas omiten el plumaje en especies de las que sí se sabe que lo tenían (sea por evidencia directa o indirecta) al momento de realizar una obra de paleoarte, presentando así una versión tergiversada de estos animales, ya sea por desconocimiento o por capricho. En estos casos, es conveniente hacer las correcciones necesarias y se puede decir que en este aspecto, los feathernazis parecen tener un punto válido para su causa. Sin embargo, hay una diferencia muy notable entre educar e imponer. La primera consiste en hacer al receptor pensar y la segunda supone más bien pensar por él. Y es por esta tendencia a dictaminar sus idealizaciones por la que los feathernazis son más conocidos en la cultura dinofriki, opacando el esfuerzo sincero de algunos por educar sobre el tema y dificultando el que puedan ser tomados en serio. Esto es apreciable especialmente cuando se aborda no sólo el aspecto científico de las representaciones paleoartísticas, sino también su elemento estético, vislumbrándose a través de argumentos como que las plumas no hacen que los dinosaurios (particularmente, los terópodos) dejen de parecer intimidantes. El problema con este razonamiento y con este tipo de argumentos es su naturaleza tan subjetiva como la estética misma, pues en este caso, lo que es intimidante para algunos no tiene por qué serlo para todos, sin mencionar que esto no contribuye mucho a la educación del receptor. Lo que sí es objetivo es que los dinosaurios, emplumados o no, no tienen por qué ser intimidantes de acuerdo a nuestros estándares y que nuestra percepción sobre ellos y el que nos den miedo o no, es algo irrelevante para nuestra comprensión de estos animales (el estudio de la naturaleza y de la evolución no tiene en cuenta los criterios humanos sobre elementos de carácter estético y le faltan razones para hacerlo), aparte de que la apariencia de un animal (particularmente, un depredador) no lo hace ni más ni menos peligroso. No obstante, una situación inversa suele darse en el mundo del entretenimiento, donde la estética y la creatividad deberían adquirir relevancia sobre el contenido estrictamente didáctico, mas esto no quita el que haya un elemento de subjetividad a considerar, aparte de que para los feathernazis, la inclusión de dinosaurios emplumados parece ser una pieza infaltable en cualquier medio divulgativo a fin de educar a la audiencia sobre la biología y evolución de estos animales, soliendo despreciar a aquellas producciones y trabajos de arte que no conduzcan en esa dirección, aunque el medio en cuestión no tenga el propósito de comunicar información científica. Por supuesto, no es que esté mal señalar o criticar representaciones erróneas en un trabajo de ficción o de arte en general (siempre y cuando se haga de manera constructiva). No obstante, hay una gran diferencia entre identificar y corregir inexactitudes en dichas representaciones y difamar todo el trabajo y a los envueltos en él por su falta de precisión.

Sin embargo, cabe señalar que lo que hacen los feathernazis no siempre está mal o al menos, no en su totalidad. Después de todo, es cierto que la idea de dinosaurios con plumas encuentra obstáculos a la hora de ser divulgada y asimilada tanto en la cultura dinofriki como en la cultura popular y a veces, los medios de entretenimiento actúan como una mejor herramienta de comunicación que uno puramente didáctico, validando el auspicio de este concepto en el mundo mediático, aparte de que hay casos en los que los feathernazis han contribuido a una mayor acogida de esta noción por parte de un público más diverso (poniendo así su granito de arena en la divulgación y educación paleontológica). Se puede decir por consiguiente que el problema no está tanto en lo que hacen, sino más bien en cómo lo hacen. Si sus objetivos son pura y genuinamente didácticos, es importante tener en cuenta que un acercamiento abierto es más productivo que uno forzado, por lo que no hace falta recurrir a medidas agresivas ni entrar en prejuicios. Si sucede que el receptor simplemente no está actualizado, basta con informarlo mostrándole los datos y teorías científicas más recientes, siendo igualmente importante motivarlo a mantenerse al día. Por otra parte, si el receptor simplemente ignora la evidencia consciente y deliberadamente, bien se podría intentar exhortarlo a considerar diferentes posibilidades (pero no imponiéndoselas). De no mostrarse abierto a ello, lo más probable es que no esté muy interesado en el aspecto científico de los dinosaurios, lo cual ya está fuera del control de terceros, por lo que lo mejor entonces sería respetar su derecho a pensar diferente, pues a fin de cuentas, nadie puede obligar a nadie a interesarse por algo ni mucho menos, a opinar igual. Además, es importante tener en cuenta que el receptor podría ser sólo un niño y por lo tanto, su nivel de madurez no será el mismo que el de una persona adulta, lo que hace aún más imperativo un trato sano y alentador, así como un buen empleo de la paciencia y la tolerancia. Teniendo esto en cuenta, cuando el receptor se trate de un artista, este acercamiento contribuirá a que su trabajo sea más preciso en el futuro si es que verdaderamente está interesado en captar la vida prehistórica de acuerdo a lo que sabemos de ella o por otro lado, ayudará a determinar si el mismo está más dirigido por la vía del "creature design" que por la del paleoarte.

Habiendo dicho esto, ¿ser feathernazi es malo? Al igual que en el caso de los awesomebro, la respuesta es no. El problema no está en ser un feathernazi. Como se mencionó más arriba, no hay nada de malo con considerar la posibilidad de que muchos dinosaurios, si no es que todos, tuviesen algún tipo de plumaje en mayor o menor grado ni con favorecer representaciones acordes a esa idea en el arte y en los medios de comunicación y entretenimiento. El problema viene cuando llevamos esto al extremo y tratamos nuestras idealizaciones de manera radical.

Si usted opina que todos los terópodos o incluso, todos los dinosaurios pudieron haber tenido algún tipo de filamento al menos, en partes de su cuerpo, eso está muy bien. Nadie tiene por qué denigrarlo por ello. No obstante, recuerde que es simplemente una posibilidad y como tal, podría ser cierta como podría no serlo y según usted no tiene por qué ser difamado por opinar de esta manera, tampoco tienen por qué serlo aquellos que opinen diferente a usted. En palabras del paleontólogo, Roberto Díaz Sibaja, "Las personas tienen derecho a criticar las ideas, pero no a rebajar, difamar y humillar públicamente a los que tratan de defender esas ideas, sin importar las circunstancias."

Si nuestro propósito es fomentar la educación en paleontología, debemos dejar a un lado nuestras idealizaciones y convicciones personales y recordar que la paleontología, como ciencia, es progresiva, por lo que los conocimientos adquiridos a través de ella están en constante revisión,  cambio y actualización, así que no adopte sus planteamientos como verdades irrefutables. Desde luego, podemos evaluar diferentes ideas y teorías científicas y decantarnos por las que nos hagan más sentido, pero adoptando siempre una mentalidad crítica, pues apegarse a las mismas descartando irreflexivamente otras posibilidades, más que una actitud científica, es una actitud dogmática y por ende, anticientífica. A esto cabe agregar que inculcar nuestras ideas y modos de pensar de manera doctrinaria es un proceder no muy distinto a aquel en el que se fundamentó el verdadero movimiento nazi que hoy se suele recordar como un régimen injusto e inhumano. Dicho esto, parafraseo nuevamente al paleontólogo, Roberto Díaz Sibaja cuando señala que una persona que dice amar la ciencia, pero paradójicamente transforma sus ideas en dogmas y trata de imponerlas a otros de forma arbitraria, en realidad no ama la ciencia, sino que es un sectario del fanatismo.

En resumen, cuidémonos de arraigarnos demasiado a determinadas ideas y conceptos y de ser extremistas con nuestras opiniones e idealizaciones y procuremos tener siempre una mente abierta que nos libre de la obstinación, la intransigencia y la intolerancia, de tal modo que podamos ser más flexibles y receptivos ante la versatilidad del conocimiento científico y ante las opiniones e idealizaciones de otros, a fin de que podamos disfrutar y sacar lo mejor tanto de nuestra vida como del mundo tan diverso y cambiante en el que vivimos.

Referencias:
http://antediluviansalad.blogspot.com/2017/01/ye-shall-enter-skingdom-of-heaven-by.html
http://dinogoss.blogspot.com/2014/07/people-think-feathered-dinosaurs-dont.html
http://palaeos-blog.blogspot.com/2016/07/respeto-las-ideas-y-creencias.html

24 de julio de 2019

¿Qué es el Paleoarte?

Hoy el registro fósil nos revela que una amplia gama de seres vivos habitaron este planeta antes que la raza humana y que la mayoría de estos organismos ya habían dejado de existir desde mucho antes de que ésta llegara a la escena. Sin embargo, aunque ningún ser humano ha podido ver a estos organismos en vida, es bastante común ver representaciones de ellos en diferentes medios que nos permiten imaginar cómo eran y cómo vivían. Esto, gracias a una de las actividades humanas más primordiales: el arte. En este caso, hablamos de una forma de arte específicamente dedicada a traer a esos seres que ya no podemos ver en nuestro mundo de vuelta a la vida... En sentido figurado, claro.

Esta forma de arte recibió el nombre de "Paleoarte" en 1986 por el ilustrador (o bien podríamos decir, paleoartista) Mark Hallet, pero se practica desde mucho antes. Históricamente, las primeras piezas reconocidas de paleoarte se remontan a principios del Siglo XIX.

Esta ilustración del Pterodactylus antiquus por el Prof. Johann Hermann es una de las piezas de paleoarte más antiguas registradas.

Estas primeras representaciones eran consistentes con los conocimientos que se tenían sobre esas criaturas en ese entonces, pero no es ningún secreto que a medida que progresa nuestro entendimiento sobre los organismos prehistóricos y el mundo en el que éstos vivían, también lo hace la manera en que los visualizamos y consiguientemente, las reconstrucciones artísticas que hacemos de ellos. Y es que el paleoarte, como forma de expresión fundamentada en la ciencia, evoluciona con ésta, siendo por tanto de naturaleza retroactiva. Es decir, una pieza de paleoarte representa la visión de un organismo o escenario prehistórico según concebido en el momento histórico en que fue realizada, pudiendo quedar desactualizada a posteriori. Eso sin embargo no significa que las obras antiguas de paleoarte dejen de ser paleoarte y es importante tener en cuenta que una pieza de paleoarte no se debe juzgar por los estándares de una época posterior a aquella en la que fue producida. Al fin y al cabo, sigue teniendo un valor artístico e histórico, actuando como un indicador de cómo cambia y progresa nuestra comprensión del mundo prehistórico con el tiempo y con cada descubrimiento. Asimismo, cabe agregar que las técnicas empleadas en el paleoarte también van ampliándose con las nuevas tecnologías y medios creativos según progresa nuestra sociedad. De hecho, el paleoarte actualmente tiene múltiples facetas y se vale de todas las formas de arte conocidas, desde la ilustración y la escultura tradicional hasta la animación y el modelado digital. Toda representación gráfica que tenga el objetivo de plasmar, simular o representar cómo pudo haber sido la vida prehistórica de acuerdo a la información obtenida de los hallazgos paleontológicos implica la práctica del paleoarte. Considerando esto, Marco Ansón, Manuel Hernández y Pedro A. Saura, de la Universidad Complutense de Madrid definen el paleoarte como cualquier manifestación artística original (es decir, no plagiada) que intente reconstruir o representar la vida prehistórica según el conocimiento actual y la evidencia científica al momento de crear la obra de arte.

Diferentes ejemplos de paleoarte moderno. De arriba hacia abajo: Ilustración por Julius Csotonyi, escultura por Bob Nicholls y modelo digital por Vlad Konstantinov

Es de reconocer por tanto que el paleoarte es circunstancialmente progresivo y como tal, continúa evolucionando en todos sus ámbitos, tanto técnicos como conceptuales. Esto debería dejar claro que el paleoarte, por actualizado que esté, no es 100% preciso y siempre va a seguir evolucionando con las técnicas artísticas emergentes y los nuevos conocimientos paleontológicos, por lo que es igualmente importante tener en cuenta que las obras paleoartísticas no deben considerarse un reflejo exacto de lo que buscan representar, sino ser lo más cercano posible a ello a fin de facilitarnos visualizarlo a falta de poder presenciarlo directamente. Y es que uno de los componentes más importantes del paleoarte es la especulación, por lo que muchos de los aspectos de una reconstrucción paleoartística, tales como el color dado a una criatura determinada, su tipo de integumento y el comportamiento que puedan estar asumiendo suelen ser producto de la imaginación, discreción y creatividad del artista, salvo en unos pocos y excepcionales casos. A fin de cuentas, la única base física que tienen los paleoartistas son los restos de los organismos que pretenden reconstruir (en su mayoría consistentes en huesos y residuos fosilizados) y los estudios científicos realizados sobre éstos. La otra base (que es tan o más importante que la parte física) la conforman la vinculación con el mundo natural de hoy y el uso de la imaginación. Ésta juega un papel muy importante, ya que sin ella, no podríamos si quiera hacernos una idea de cómo habría sido un organismo fósil en vida ni de cómo era el mundo en que vivía. Asimismo, es de tener en cuenta igualmente que a pesar de que el paleoarte se vale de la especulación, no abusa de ella y hay ciertos límites y parámetros que acata. Después de todo, es un tipo de ilustración científica y como tal, no descuida su cimiento en las evidencias pese a su fuerte base especulativa.

Una pareja de Ceratosaurus realiza una especulativa danza de cortejo. Nótese también el dimorfismo sexual, con el macho presentando ornamentos más prominentes que la hembra, lo cual es también de carácter especulativo. Pese a que estos aspectos no han sido científicamente probados, eso no significa que no hubiésemos podido ver una escena como esta hace 150 millones de años. Sólo hay que tener en cuenta que es simplemente una posibilidad.
Arte de Mark Witton

Dicho esto, cabe mencionar que no necesariamente todas las representaciones de organismos prehistóricos son paleoarte. En su contexto más amplio y abarcador, la representación artística de criaturas prehistóricas ha recibido el nombre de "paleoimágenes" (traducido del término en inglés, "paleoimagery"), término acuñado por Allen y Diane Debus. El paleoarte bien podría considerarse un tipo de paleoimagen, pero es importante recordar que también es una rama de la ilustración científica y busca representar criaturas extintas como eran en vida según los conocimientos paleontológicos y esto es lo que lo diferencia de otras formas de paleoimágenes. Es decir, un organismo prehistórico representado de forma caricaturesca, antropomórfica o en el que simplemente se hayan tomado libertades artísticas que trascienden o tergiversan lo que sabemos de él, siendo por tanto discorde a los conocimientos paleontológicos, bien podría considerarse una forma de paleoimagen, pero ya no entraría en la categoría de paleoarte, con algunos conocedores del campo llamando a esta práctica "paleoartismo", término acuñado por Andrea Cau para referirse a toda aquella forma de paleoimágenes que no tiene un fundamento científico.

Las representaciones de dinosaurios deliberadamente hechas de forma inconsistente con lo que revelan los fósiles, como lo son por ejemplo, los dinosaurios de la saga cinematográfica "Jurassic Park", son un tipo de paleoimaginería que cae más en la categoría de "creature design" que de paleoarte propiamente dicho. Sin embargo, esto no hace que deje de ser arte ni es impedimento para que pueda ser apreciado como tal.
Imagen de Universal Pictures

No obstante, también hay que tener en cuenta que el paleoarte, como todo tipo de arte, es una forma de expresión relativa, por lo que, sin dejar de lado sus características y propiedades, se podría decir que hay un elemento de subjetividad a la hora de determinar qué es palearte y qué no lo es. Por ejemplo, hay casos en los que la línea que separa el paleoarte de otras formas de paleoimágenes puede ser muy fina. Tanto, que hay obras que algunos pueden considerar como paleoarte y otros no. Ejemplo de esto es que hay para quien la paleontografía (la reconstrucción o ilustración minuciosa de fósiles) y las reconstrucciones esqueléticas son también un tipo de paleoarte y hay quien los considera una forma separada de paleoimágenes.

Paleontografía de William D. Matthew y reconstrucción esquelética de Scott Hartman de la especie Tyrannosaurus rex

Asimismo, hay que recordar que el palearte tiene el propósito de expresar gráficamente ideas sobre la vida prehistórica con un fundamento científico y hay ocasiones en las que para conseguirlo, conviene desligarse un poco de lo estrictamente factual y dar un paso extra en el apartado creativo. Por ejemplo, cuando se representa a un organismo prehistórico ubicado en un ambiente distinto al que habitó, eso usualmente no se considera paleoarte. Sin embargo, hay casos en los que el propósito de esto es de carácter didáctico, como lo es por ejemplo, establecer una comparación para proveer al espectador una mejor perspectiva en el intento de ayudarlo a comprender el concepto expresado de una forma clara y asimilable, con lo que la obra cumple como un medio de divulgación científica, por lo que en estos casos bien podría considerarse como paleoarte. No obstante, queda a discreción del espectador reconocerlo como tal o no.

Comparación de tamaño del Argentinosaurus huinculensis con un autobús
Arte de Damir G. Martin

Lo mismo ocurre con las producciones audiovisuales, tales como películas, documentales y videojuegos dedicados a explorar y presentar conceptos paleontológicos. Siendo una forma de arte y al mismo tiempo canales comunicativos, las creaciones audiovisuales dedicadas a mostrar cómo era la vida prehistórica pueden ser consideradas como la forma más sofisticada de paleoarte hasta la fecha al ofrecer al espectador la oportunidad de apreciarla de forma dinámica. Sin embargo, es de tener en cuenta que éstas también suelen estar condicionadas por las reglas de oferta y demanda, lo que, en muchas ocasiones, lleva a sacrificar significativamente su grado de concordancia con los conocimientos científicos contemporáneos en pro del elemento apelativo. Es de notar sin embargo que este no siempre es el caso y hay producciones audiovisuales (en su mayoría, sin fines de lucro) genuinamente dirigidas a educar a la audiencia y a dar a conocer el mundo prehistórico como lo concebimos hoy gracias a los avances científicos. Aún así, hay quien, si bien reconoce que el paleoarte constituye una parte esencial de este tipo de producciones, no considera los medios audiovisuales en sí como una forma de paleoarte, así como también hay quien simplemente es selectivo con el tipo de creación audiovisual que podría considerar como un trabajo de paleoarte.

Los documentales sobre la vida prehistórica, como producto del llamado "séptimo arte" y como medio de comunicación didáctico, bien podrían considerarse una forma de paleoarte dependiendo de su manejo de la información y de los estándares del espectador a la hora de reconocer una obra o forma de paleoarte.
Imagen de la BBC

Se puede decir por tanto que el paleoarte puede ser tan inclusivo como exclusivo siempre y cuando se trate de un trabajo original que procure reconstruir o representar aspectos sobre la vida prehistórica de acuerdo con el conocimiento científico y las evidencias disponibles al momento de su creación. Dicho esto, el paleoarte no necesariamente tiene que consistir en una pieza de arte realista bien coloreada y altamente detallada. Si el objetivo de la obra es representar una idea con fundamentos paleontológicos, incluso un boceto abstracto puede ser considerado como paleoarte, más todo depende de qué tan amplio o estricto sea el concepto de paleoarte para el espectador.

Arte de Luis V. Rey

Independientemente de las condiciones de cada cual a la hora de determinar cuáles obras podrían considerarse como paleoarte y cuáles no, lo que sí podríamos decir de forma unánime es que el paleoarte es importante para la divulgación paleontológica, ya que ayuda a crear conciencia de que lo que sólo solemos ver en la forma de huesos fosilizados fueron seres que alguna vez estuvieron vivos y al mismo tiempo, estimula nuestra curiosidad, interés e imaginación al permitirnos visualizar un mundo remoto del cual no tuvimos la gracia de ser testigos y que, irónicamente, es también nuestro propio mundo.

Ya para cerrar, los dejo con este intento de paleoarte realizado por su servidor:

Dejo a ustedes el privilegio de considerarlo como paleoarte o no, pues aunque mi intención fue hacerlo concorde a lo que sabemos de esta especie (Deinocheirus mirificus), lo cierto es que no tuve una guía muy minuciosa y estaba más concentrado en disfrutar el proceso de dibujarlo que en que fuese una reconstrucción rigurosamente precisa, eso aparte de que no soy un artista profesional. Dicho esto, aprovecho la ocasión para decir que agradeceré cualquier crítica que me pueda ayudar a mejorar.

Fuentes:
  1. https://www.nationalgeographic.com/science/2018/11/how-dinosaurs-are-brought-back-to-life-through-art-paleontology/
  2. http://palaeos-blog.blogspot.com/2014/03/paleoarte-la-linea-entre-la-ciencia-y.html
  3. http://palaeos-blog.blogspot.com/2014/07/paleoarte-paleontografia-y-paleoartismo.html
  4. https://www.researchgate.net/publication/275408446_Paleoart_Term_and_Conditions_A_survey_among_paleontologists