28 de noviembre de 2021

Lo que hace bien y lo que hace mal el prólogo de Jurassic World: Dominion

Jurassic Park es posiblemente la propiedad intelectual tematizada en dinosaurios más reconocida del mundo moderno. La franquicia se enfoca en el concepto de traer a estos seres "de vuelta a la vida" en el mundo actual gracias a la bioingeniería y ha demostrado ser un éxito comercial, contando con dos novelas publicadas por Knopf Doubleday Publishing Group, una saga cinematográfica de mano de Universal Pictures y múltiples formas de arte derivadas, incluyendo una serie animada, videojuegos, comics, etc. El 10 de junio del próximo año se espera estrenar la sexta película, titulada "Jurassic World: Dominion", siendo la primera entrega de la saga en llegar a la pantalla grande luego de que la pandemia del COVID-19 asolara al mundo. Con el fin de volver a atraer a la gente a las salas de cine tras el cierre de éstas debido a la pandemia, el pasado mes de junio Universal Pictures lanzó un cortometraje a manera de prólogo para dicha película. El cortometraje fue exclusivamente mostrado en las salas de IMAX acompañando a Fast 9 y salvo por algunas filtraciones, no estuvo disponible en internet hasta el pasado 23 de noviembre, cuando Universal finalmente lo hizo accesible en su canal de YouTube. De modo que si lo desea, puede verlo haciendo click aquí.

El prólogo muestra unas 10 especies de ornitodiros (dinosaurios y pterosaurios), la mayoría de las cuales no habían sido vistas antes en la saga. Éstas son:

El saurópodo titanosauriano Dreadnoughtus schrani:

Imagen de Universal Pictures

El azdárquido Quetzalcoatlus northropi:

Imagen de Universal Pictures

El pteranodóntido Pteranodon longiceps:

Imagen de Universal Pictures

El anquilosáurido Ankylosaurus magniventris:

Imagen de Universal Pictures

El oviraptórido Oviraptor philoceratops (o Citipati osmolskae, si nos basamos en su anatomía craneal):

Imagen de Universal Pictures

El ceratópsido Nasutoceratops titusi:

Imagen de Universal Pictures

El tiranosauroide basal Moros intrepidus:

Imagen de Universal Pictures

El carcarodontosáurido Giganotosaurus carolinii:

Imagen de Universal Pictures

El iguanodóntido Iguanodon bernissartensis:

Imagen de Universal Pictures

El tiranosáurido Tyrannosaurus rex:

Imagen de Universal Pictures

Pese a destacar por sus efectos visuales bien logrados, el prólogo, así como las películas, tiende a tomarse algunas libertades creativas con varios de los animales mostrados. En la diégesis de la saga se han reconocido y abordado las diferencias entre las criaturas clonadas y sus contrapartes reales, atribuyéndose a la modificación genética en vista a la falta de secuencias completas de ADN de animales extintos hace millones de años, razón por la que los genetistas deben rellenar los huecos en el genoma con el de otros animales para completar las secuencias de ADN, lo que hace que los dinosaurios "revividos" no sean exactamente como sus contrapartes de origen natural. Este prólogo sin embargo, muestra por primera vez en la saga a los dinosaurios "originales" en el mundo prehistórico y pese a que lo apreciable en esta secuencia refuerza la idea de que la modificación genética influye en el aspecto y los atributos de los animales clonados vistos previamente en la saga, no por eso deja de transmitir una visión inconsistente con lo que nos dice la ciencia sobre los dinosaurios en el mundo real. Por eso en esta entrada vamos a ver algunas cosas que este cortometraje hace bien y otras que no hace tan bien con respecto a lo que sabemos sobre las criaturas mostradas gracias a la paleontología.

Dicho eso, comencemos con lo que hace bien:

1. En la mayoría de los casos, el comportamiento de los dinosaurios es bastante convincente. Fuera de la pelea entre el T. rex y el Giganotosaurus, las criaturas mostradas actúan como animales de carne y hueso y no como monstruos o personajes adheridos a un guión. Se les ve alimentándose, abrevando e interactuando entre sí y con el entorno de una manera no muy diferente a lo apreciable en los ecosistemas de hoy. Por ejemplo, se puede ver a los pterosaurios más grandes valiéndose de su tamaño para ahuyentar a los más pequeños y robar su comida, a los Nasutoceratops migrando en manada (un comportamiento que se puede deducir a partir de varios hallazgos de ceratópsidos en Norteamérica) y jugando en el agua para refrescarse y al Moros "limpiando" las mandíbulas del Giganotosaurus, mostrando una relación simbiótica entre ambas especies. Incluso en la secuencia del Siglo XXI al final del prólogo, la T. rex no actúa como un monstruo antropófago que pretende causar caos o aterrorizar a sus víctimas intencionalmente. Es un animal asustado y confundido (posiblemente, por el ruido y las luces) que no entiende lo que está sucediendo a su alrededor o por qué esa cosa ruidosa con una luz extraña (el helicóptero) no deja de perseguirla.

La T. rex clonada visiblemente incómoda debido quizás, al ruido y las luces
Imagen de Universal Pictures

2. Por primera vez en la saga, vemos terópodos coelurosaurianos con un cuerpo cubierto de plumaje (lo más cercano que habíamos tenido hasta ahora eran los Velociraptores machos en Jurassic Park 3 con algunos penachos en su cabeza). Dado que se ha encontrado al menos, un miembro de cada linaje de coelurosaurios con evidencia directa de plumaje, lo más probable es que esta fuese una característica ancestral del grupo y que por consiguiente, todos los miembros del mismo tuviesen, en mayor o menor grado, un integumento filamentoso. El prólogo muestra tres coelurosaurios: el Oviraptor/Citipati, el Moros y el T. rex y en todos se puede ver una cobertura de plumaje, tal y como probablemente la tuvieron en la vida real.

Cabe resaltar el caso del T. rex teniendo en cuenta que la versión clonada carece de plumaje, lo cual denota que en la diégesis de las películas, las diferencias entre la variante natural y la clonada efectivamente son producto de la modificación genética (aunque sabemos que en realidad, esto se debe a que para el tiempo en que se produjo la primera película no habían pistas que sugirieran la presencia de plumas en el linaje al que pertenece). Varios han argumentado que la idea de que el T. rex de origen natural presente un integumento filamentoso no es del todo plausible considerando lo que se ha reportado hasta ahora de los restos integumentarios recuperados de la especie. Sin embargo, es de tener en cuenta que el material encontrado hasta ahora es insuficiente para determinar de manera conclusiva cómo lucía el integumento del Tyrannosaurus en vida, siendo el asunto aún objeto de debate entre los expertos. A eso cabe agregar que lo que se ve en la variante de origen natural en el prólogo es una cobertura de plumaje simple, lo cual no es inconsistente con lo que se sabe hasta ahora gracias tanto a la evidencia fósil como a los métodos deductivos, tales como el horquillado filogenético.

3. Así como los coelurosaurios son mostrados con plumaje, los pterosaurios (o al menos, los Quetzalcoatlus, ya que los Pteranodon no se aprecian muy bien) son mostrados con picnofibras (lo que hoy sabemos que es un tipo de plumaje primitivo similar al pelo), algo respaldado por el registro fósil, aunque con frecuencia ignorado en la saga, la cual generalmente muestra pterosaurios con un integumento escamoso.

4. El Moros, el Giganotosaurus y el T. rex no tienen sus manos en pronación (dobladas hacia abajo y con los dedos apuntando hacia atrás, como si fuesen a tocar el piano), como usualmente las tienen los terópodos en la saga. En el prólogo se puede ver que sus manos están posicionadas de forma que una apunta hacia la otra, tal y como probablemente lo estaban en la vida real, ya que colocar las manos en pronación probablemente les habría quebrado las muñecas.

Con eso dicho, pasemos ahora a aquello que el prólogo no hace bien:

1. El primer error que salta a la vista es que la secuencia transcurrida en la prehistoria muestra animales de diferentes épocas y puntos geográficos coexistiendo en el mismo lugar al mismo tiempo. De las 10 especies mostradas, sólo el Quetzalcoatlus, el Ankylosaurus y el Tyrannosaurus coexistieron en lo que hoy es el oeste de Norteamérica hace entre 68 y 66 millones de años. Otros dos que posiblemente eran "vecinos" contemporáneos son el Nasutoceratops y el Pteranodon. Los demás pertenecen a unidades geológicas distintas, por lo que pese a que durante el Cretácico los continentes estaban configurados de una manera ligeramente diferente de como lo están hoy, cuando estos animales no estaban separados por cientos de kilómetros, lo estaban por decenas de millones de años, de modo que nunca se toparon entre sí en el mundo real. A continuación, un pequeño atlas (disponible aquí en alta resolución) indicando la localización y la edad geológica de las especies vistas en el prólogo según el registro fósil y la litología:

MYA significa: "Millions of Years Ago" (Millones de Años Atrás). La virgulilla (~) que precede a algunas de las fechas geológicas quiere decir "aproximadamente" o "alrededor de".

 2. Tras el salto temporal al día presente, vemos la inscripción: "65 millones de años después". Esto denota que los cineastas pasaron por alto el hecho de que actualmente el consenso es que el fin del Mesozoico fue hace 66 millones de años (lo cual se sabe desde 2012) y no hace 65 millones de años como se pensaba anteriormente (de hecho, es probable que para entonces ya los dinosaurios no avianos estuviesen extintos), perpetuando una idea desactualizada.

3. Pese a dejar claro que los dinosaurios clonados por el hombre difieren de sus contrapartes de origen natural debido a la modificación genética, el cortometraje no deja de tomarse varias libertades artísticas en cuanto al diseño de las criaturas mostradas y mucho de lo visto en el prólogo difiere bastante de lo que nos indica la paleontología en la vida real. Por ejemplo, si bien es cierto que el Quetzalcoatlus era enorme, los ejemplares vistos en esta secuencia son exageradamente grandes, pareciendo ser cuatro o hasta cinco veces más grandes que los Pteranodon pese a que en realidad, su envergadura probablemente era apenas, el doble de larga que la del Pteranodon.

Comparativa de tamaño entre un Quetzalcoatlus y un Pteranodon realistas junto a un humano para fines de referencia
Arte de Mark Witton

Por otra parte, los Ankylosaurus presentan un cráneo redondeado y voluminoso, así como un "caparazón de cochinilla" con varias filas de osteodermos que se extienden a lo ancho del lomo desde un costado del animal hasta el otro, estando rodeados de púas alargadas, tal y como se les tiende a ver en las películas. No obstante, lo que nos dicen los fósiles es que los anquilosaurios tenían un cráneo más o menos cuadriforme y no tan robusto y una armadura consistente en múltiples osteodermos similares a los de los cocodrilos, aunque proporcionalmente más grandes, estando distribuidos en patrones lineales por todo el lomo y parte de los costados. No obstante, es parcialmente comprensible que el equipo de diseño haya optado por reciclar el modelo previamente utilizado para las películas no sólo porque es una estrategia eficiente a la hora de ahorrar tiempo y dinero, sino también porque permite que el dinosaurio sea reconocible con respecto a otros ejemplares vistos anteriormente en la saga, mas eso no significa que deje de ser una representación errónea.

Arriba: Ankylosaurus según se muestra en el prólogo. Imagen de Universal Pictures
Abajo: Ilustración de un Ankylosaurus realista por Luke Mancini

Continuando con los ejemplos, si bien la mayoría de los terópodos vistos en el prólogo tiene las manos correctamente posicionadas de tal modo que una apunta en la dirección de la otra, no se puede decir lo mismo del Oviraptor/Citipati, el cual es mostrado con manos posicionadas en pronación, lo que implicaría que sus muñecas estén rotas. En adición a eso, es sabido que los oviraptóridos tenían alas bien desarrolladas que probablemente utilizaban para empollar los huevos y es posible que también sirviesen para termorregulación y/o comunicación visual. No obstante, el ejemplar visto en el prólogo carece de ellas.

Arriba: Oviraptor/Citipati según se muestra en el prólogo. Imagen de Universal Pictures
Abajo: Ilustración de un Citipati realista por Luke Mancini

Pese a que no es algo que necesariamente esté errado, podríamos también aludir al hecho de que se ve al Oviraptor/Citipati saqueando un nido en vista a que esto podría dar a sobreentender el mito que le dio a los oviraptóridos su nombre, pues como es sabido, Oviraptor significa: "Ladrón de huevos" debido a que el primer esqueleto de este género se descubrió junto a una pila de alrededor de 15 huevos que entonces se pensó que eran de Protoceratops en vista a su proximidad a restos de dicho ceratopsiano. Posteriormente se descubriría que en realidad, los huevos eran de Oviraptor y que éste los estaba empollando, con lo que al parecer, literalmente se le dio un mal nombre a este pobre dinosaurio. No obstante, eso no descarta la posibilidad de que los oviraptóridos hubiesen saqueado los nidos de otros dinosaurios ni de que se hayan alimentado de huevos. Después de todo, presentan adaptaciones idóneas para eso, tales como patas delanteras aptas para la manipulación de alimento y un pico que probablemente era lo suficientemente fuerte para quebrar el cascarón de un huevo, por lo que bien se le podría dar al escenario visto en el prólogo el beneficio de la duda.

Por otro lado, contrario al caso del Quetzalcoatlus, el Moros parece haber sido reducido de tamaño, pues con los fósiles recuperados hasta ahora se estima que el animal real debió tener un tamaño comparable al de un reno adulto, posiblemente alcanzando una longitud cercana a los 3 metros y una altura de poco más de 1 metro. El ejemplar visto en el prólogo no parece alcanzar esas dimensiones, siendo demasiado pequeño en comparación con el Giganotosaurus (apenas alcanza las mandíbulas inferiores de éste mientras está recostado en el suelo cuando debería poder alcanzar las superiores). Si esto bien podría interpretarse como que el Moros visto en el cortometraje es un ejemplar juvenil, no hay confirmación de que este sea el caso.

Tamaño estimado de un Moros adulto según deducido por los fósiles recuperados
Arte de Tom Parker

Fuera de eso, el Giganotosaurus visto en el cortometraje presenta una estructura en su lomo semejante a una vela o joroba. Pese a que hay registro de una estructura similar en otros carcarodontosáuridos, como el Concavenator, no hay indicios en los fósiles de Giganotosaurus que sugieran la presencia de tal estructura.

Arriba: Giganotosaurus según se muestra en el prólogo. Imagen de Universal Pictures
Abajo: Ilustración de un Giganotosaurus realista por Julius Csotonyi

Reconstrucción gráfica del esqueleto de Giganotosaurus a partir del material recuperado y descrito hasta la fecha. Nótese que las vértebras no presentan una prolongación de las espinas neurales que sugieran la formación de una vela o joroba.
Arte de Scott Hartman

Por último, pese a que la adición de plumaje en el T. rex es plausible y la disposición de sus brazos es correcta, su situación no es muy diferente a la de los Ankylosaurus. Es decir, se trata del mismo modelo utilizado en las películas, el cual difiere un tanto del animal real, especialmente en el cráneo. Por ejemplo, el modelo utilizado en el prólogo (y en la saga en general) se caracteriza por presentar un hocico más robusto que el del animal real, así como pómulos más curvos y pronunciados hacia abajo y la zona encima de los ojos, donde se unen los huesos lagrimales y postorbitales, es notablemente puntiaguda. El T. rex real presenta un cráneo más alargado y de forma rectangular, pómulos pronunciados hacia afuera y la zona donde se unen los lagrimales y postorbitales no es tan puntiaguda y en vida, probablemente estaba cubierta por un "escudo" de queratina, como también es posible que lo estuviesen los pómulos. Aparte de eso, cabe resaltar también que los brazos del modelo de T. rex visto en la saga son proporcionalmente más alargados y menos robustos que los del animal real. No obstante, como ocurre en el caso del Ankylosaurus, es parcialmente comprensible que se haya decidido reutilizar el modelo de las películas para fines de eficiencia y familiaridad.

Arriba: Tyrannosaurus rex según se muestra en el prólogo. Imagen de Universal Pictures
Abajo: Modelo de un Tyrannosaurus rex realista por Max Bellomio

4. Los dinosaurios en el prólogo pueden oírse emitiendo bramidos y rugidos comparables a los de algunos mamíferos o chirridos semejantes a los de algunas aves cantoras, lo cual se piensa que es poco probable que hayan hecho en el mundo real. Lo más probable es que los dinosaurios emitieran ronquidos y siseos similares a los de los cocodrilos y caimanes, graznidos parecidos a los de los buitres modernos y algunos tipos de vocalización por boca cerrada. No obstante, tratándose este cortometraje de un derivado de una saga de ficción, es de esperarse que los dinosauros emitan cualquier clase de sonido que cumpla con la intención de la escena, sea asustar, maravillar, conmover, etc.

Dicho esto, si bien no se pierde de perspectiva que este cortometraje, así como la saga en general, es un trabajo de ficción, es de tener en cuenta que esta franquicia es muy influyente en lo que respecta a la percepción de las masas sobre los dinosaurios, por lo que al representar a estas criaturas de manera errónea e inconsistente con lo que nos dice la ciencia y el registro fósil puede contribuir a la difusión y aceptación de ideas equivocadas como si de hechos se tratasen. De modo que ahora más que nunca cabe resaltar estos errores, ya que si bien las inconsistencias de los dinosaurios de la saga con respecto a los del mundo real se tienden a atribuir a la modificación genética, en este caso dicha explicación pierde validez, pues a excepción de la T. rex en la secuencia transcurrida tras el salto temporal, los animales mostrados en este cortometraje no son clonados, sino que supuestamente representan a los dinosaurios tal y como eran en el Mesozoico, lo cual, como vimos, no es del todo cierto.

Con eso dicho, está muy bien disfrutar de medios de entretenimiento hechos para alimentar nuestra imaginación y sacarnos de la cotidianidad. Simplemente tengamos en cuenta que aunque dichos medios utilicen o se basen en elementos de la vida real con el fin de ayudarnos a asimilar la información que pretenden transmitir, dichos elementos pueden ser alterados para efectos de sensacionalismo, familiaridad, etc., por lo que no hay que olvidar ser críticos y separar la ficción de la realidad.